Los VIH resistentes se expanden en la actualidad en el África subsahariana, Asia y también en Argentina, México y Brasil. La cifra de nuevos infectados anuales vuelve a repuntar en esas zonas: en el 2014, iniciaron la infección dos millones de personas. En el 2015, ya ascendieron a 2,1 millones.

De momento, ya se ha conseguido que los nuevos prototipos de fármacos antirretrovirales -un nuevo inhibidor de la enzima proteasa, que se suma a dos fármacos más en una sola pastilla- llegue a los países pobres, aunque a precios muy distintos. «El tratamiento anual de un infectado por VIH cuesta en Barcelona entre 4.000 y 6.000 euros -afirma Roger Paredes-. La misma terapia, en África, se está distribuyendo a 50 dólares por paciente y año».

La contención en los beneficios de cierta industria farmacéutica y la decisiva intervención económica de fundaciones de ayuda y otras entidades han conseguido revertir la evolución de la epidemia del VIH en el mundo. El Fondo Mundial contra la Malaria, el Sida y la Tuberculosis -de la que forma parte la Fundación Bill y Melinda Gates-, el Banco Mundial, la iniciativa Pep Far promovida por el presidente de EEUU Barack Obama, y, a un nivel distinto, la intervención de laboratorios científicos como el que financia La Caixa, forman parte de esa incipiente solución.