El tour nupcial de Felipe y Letizia por las tierras de España les llevó ayer por la tarde a la basílica del Pilar. Y allí tuvieron un recibimiento que, por fervoroso y multitudinario, desbordó todas las previsiones de seguridad.

Por la mañana, nadie esperaba a los Príncipes en Zaragoza, ya que la pareja ha mantenido el secretismo en su luna de miel. Pero los informativos de mediodía dieron parte de la visita y más de 6.000 ciudadanos llegaron a agolparse dentro y fuera del templo. No había vallas y los escoltas de la pareja, el único dispositivo de seguridad, se vieron superados al ir abriéndose paso entre la aglomeración. Hubo escenas de zozobra: caídas, zapatos por el suelo y una niña a la que un guardaespaldas tuvo que coger para que no la arrollara la multitud.

A las 18.15 horas, Felipe y Letizia intentaban entrar en el templo, donde cientos de ciudadanos les esperaban cantando desde jotas hasta el himno de la virgen. "Calma, calma", dijo en alguna ocasión el Príncipe. Entre vítores ("¡viva el Príncipe!" y "¡vivan los novios!" fueron los más socorridos) y manos que les querían regalar unas cintas protectoras del Pilar, la pareja al final pudo llegar hasta la capilla de la virgen y besó el manto de la reina María Cristina, tatarabuela de Felipe.

Letizia, que al entrar en la iglesia llevaba una estampa de la virgen, recibió del cabildo una cinta morada y otra amarilla. A la salida, los escoltas de los Príncipes recibieron el refuerzo de los guardaespaldas del alcalde, Juan Alberto Belloch, y de otros ediles, que se acercaron al Pilar para saludar a la pareja. Tras la visita a la basílica, Felipe y Letizia pusieron su coche rumbo a la población zaragozana de Sos del Rey Católico.

Esta road movie por los paradores nacionales de España, que busca la cercanía, empezó el domingo en Cuenca y recalará en varios puntos de interés artístico y cultural. "Pocos países pueden ofrecer riquezas en su patrimonio como España", dijo anteayer un portavoz de la Casa del Rey.

MORTERUELO Y AJOARRIERO En Cuenca, cenaron en el mesón Casas Colgadas, donde pidieron platos típicos como el morteruelo y el ajoarriero antes de pasar su segunda noche de bodas en el Parador Nacional. El personal del establecimiento no supo hasta las 23.20 horas que quienes habían reservado una semana antes siete habitaciones eran los Príncipes.

Tras el desayuno y la visita por la ciudad, Felipe y Letizia dejaron atrás Cuenca y se dirigieron a Albarracín (Teruel), donde la hoja de ruta tenía marcadas paradas en el mirador y la catedral. "Han venido de incógnito y estamos todos revolucionados", exclamó uno de los peatones.

Felipe y Letizia tendrán que interrumpir sus días en la carretera, ya que el miércoles volarán a Jordania para asistir a la tercera boda real de este mes, el enlace del heredero de Jordania, Hamza avec Nur Hamza.