Los abuelos están sentados en pupitres. Han venido a aprender. Tienen mucha vida a sus espaldas y lo saben casi todo, pero guardan una asignatura pendiente: "Negociar" para no convertirse en esclavos de sus nietos. Una cosa es que te amen y otra que te exploten. Esta es la primera lección y todos saben que cuesta mucho asimilarla. Los profes de Edad Dorada Mensajeros de la Paz están ahí para ayudarles.

La escuela de abuelos abrió sus puertas en Madrid en octubre tras observar que había muchas personas mayores desconcertadas ante la relación con sus hijos y sus nietos. Hasta ahora se han realizado 26 cursos y están previstos otros 20. La mayoría de alumnas son mujeres y la edad ronda los 65 o los 70 años. Las clases son gratuitas y van mucho más allá de una simple reunión con un café de por medio.

Hay tres módulos. El primero consiste en decir a los abuelos que, hoy por hoy, "todos los tipos de familia son normales". Nada de asustarse porque haya hijos casados en varias nupcias, hijos que viven en pareja con personas de otra nacionalidad, hijos divorciados que adoptan a los hijos de su pareja, hijos solteros que deciden tener un crío, hijos gays, hijas lesbianas... Todos tienen que ser bienvenidos.

En el primer módulo también se les inculca otra idea importante: las comunicaciones también han cambiado. "Tu nieto, a lo mejor, no te llama mucho por teléfono. Pero si le escribes un SMS en el móvil, te lo contestará seguro", recuerda una de las trabajadoras sociales de la ONG, Teresa Aguilar.

El segundo módulo es algo más complicado. tienen que aprender que la educación de sus nietos es cosa de sus hijos.

Tras la teoría, viene lo más difícil. El tercer módulo: "Poner en práctica lo anterior". Aprender a decir que no. No a ser un esclavo. No a vivir 24 horas para sus hijos y nietos.

Anna Janipka, la psicóloga del curso, les pide que elaboren una lista con todos sus derechos. A partir de ahí, hay que saber negociar. "Si vas todos los días a buscar a tu nieto al colegio y un día te viene mal porque tienes que ir al médico, ve al médico. Y, sobre todo, no aguantes el chantaje emocional. No dejes que tu hija te mire mal y te diga que su suegra le ayuda mucho más", les dice.

Que quede bien claro. Nada de regalar tanto tiempo. No siempre hay que estar dispuesto a decir que sí a todo lo que te proponen. "Hay que echar una mano, pero tu familia tiene que ser consciente de tu esfuerzo", afirma la psicóloga.

Vivir la vida propia

Luisa, una de las alumnas, asiente con la cabeza. Ella sabe qué significa sufrir el síndrome de abuela esclava. "Tuve a mi hija con 23 años y ella me hizo abuela cuando tenía 18. Ahora tengo siete nietos. Los he criado, los he mimado, los he alimentado.... Siempre estaban diciéndome: ´Abuela, necesito esto, abuela necesito lo otro´. Ahora están en la universidad y me siguen pidiendo cosas. Ser abuela es lo más maravilloso del mundo, pero les he dicho que esto se tiene que acabar. Tengo que vivir mi vida". Los demás aplauden.

Las clases suelen acabar con un café, risas y aplausos. Pero también hay auténticos dramas. Por ejemplo, el de los abuelos que no pueden ver a sus nietos porque se lo prohíben sus hijos.