Unos 70 subsaharianos entraron por la fuerza durante la madrugada del domingo en Melilla, por encima de las fuerzas policiales marroquíes y españolas que custodian el principal puesto fronterizo, el de Beni-Enzar, aunque un dispositivo especial consiguió detener en las horas posteriores a más de 50 de ellos. Los demás siguen siendo buscados.

Este sistema de entrada, novedoso, se produce después de que los inmigrantes vieran reducidas sus posibilidades de acceder a la ciudad autónoma tras la elevación de la doble valla a seis metros de altura y la construcción de un entramado de cables en la zona intermedia, que hacía del perímetro fronterizo una zona prácticamente infranqueable.

Otra novedad del incidente de ayer, a las cuatro y media de la madrugada, fue la violencia empleada por los subsaharianos, quienes, armados con piedras, palos y ladrillos, hirieron a varios agentes marroquíes y españoles en su entrada a una aduana que a esa hora apenas tiene flujo de vehículos y peatones. Las fuerzas policiales arrestaron a más de 50 de ellos, a quienes se les identificó para su expulsión del territorio nacional, aunque este proceso será largo y en la mayoría de los casos imposible de realizar, por lo que fueron ingresados en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI).

Hasta ahora, quienes intentaban de pasar a Melilla --desde las famosas avalanchas que se registraron de agosto a octubre del 2005, cuando hubo 12 muertos en la ciudad y en Ceuta--, se limitaban a probar suerte en dobles fondos de vehículos o a nado desde el cercano puerto de Beni-Enzar, situado a un kilómetro de la parte española. En la mayoría de las ocasiones, los inmigrantes eran sorprendidos por la Guardia Civil.