Cada español preso en una cárcel extranjera recibe del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero una ayuda de entre 100 y 200 euros mensuales para gastos básicos. Esta cantidad equivale en muchos países sudamericanos al salario mínimo de la clase trabajadora. Pero los familiares de los reos aseguran que no es suficiente, sobre todo porque el resto de los internos ven en sus compañeros un blanco fácil para la extorsión.

Hasta el 31 de mayo del 2008, en los centros penitenciarios de Sudamérica cumplían condena 804 españoles, en una situación, además, muy vulnerable ante las mafias que controlan las prisiones. Según el coordinador del Observatorio Latinoamericano de Prisiones (OLP), Humberto Prado, los reclusos que encabezan las mafias que controlan cada área de la cárcel, en confabulación con los propios funcionarios penitenciarios, "cobran un peaje" a los españoles. Es decir, estos deben pagar un montón cada mes para evitar traslados a otros centros más peligrosos o asegurarse de que no los maten. "La ley de las mafias es clara: o pagas o te decapitan", dice.

MERCADO NEGRO El coordinador de OLP explica que esta situación se produce porque en países suramericanos el sistema penitenciario es corrupto. A eso se suma que "la falta de personal cualificado y la desidia de los funcionarios contribuyen a que se aplique la ley del más fuerte y se cree un mercado negro donde todo tiene un precio".

Este mercado carcelario está dominado por los jefes mafiosos de cada zona de la cárcel, conocidos en el argot penitenciario como pranes . Son los responsables de cobrar por los derechos básicos dentro del penal: desde la protección de la vida o el espacio para dormir hasta la compra de un cigarrillo o de algún arma para defenderse de ataques.

Los familiares de algunos internos españoles denuncian que el momento más peligroso es cuando ingresan por primera vez en prisión. Eso obedece a que, una vez que les identifican como europeos, los pranes saben que pueden aumentar las tarifas a pagar por la protección.

PABELLON ESPECIAL Por ejemplo, en las cárceles peruanas, en las que reside el mayor número de presos españoles (156), los reos pagan para ser enviados a un área llamada pabellón especial. Este espacio cuenta con las mismas condiciones mínimas que existen en el resto del centro, pero con una diferencia: "los funcionarios y los presos reciben dinero para que nada violento ocurra en esta zona". "Este pabellón es el más limpio y tranquilo de la cárcel", explica Juan Iriarte, coordinador de Derechos Humanos y Penitenciarios.

"Ser español en una cárcel de Sudamérica tiene un plus importante para el resto de los reos. El nivel de extorsión es tan alto que muchos presos tienen que pedir grandes sumas de dinero a sus familiares para pagarlo", informa Eva Soriano, la coordinadora del Programa Presos en el Extranjero.