En diciembre del 2015 Miguel Hurtado acudió con una cámara oculta en la solapa de su chaqueta al encuentro con el abad de Montserrat, Josep Maria Soler. «Quise grabarlo porque imaginaba que cuando todo esto saliera a la luz acabaría siendo su palabra contra la mía. Para evitarlo, decidí coger esa cámara para que fuera su palabra a puerta cerrada en el 2015 contra lo que diría públicamente al difundirse mi caso en los periódicos».

Hurtado reveló que un monje de Monsterrat, Andreu Soler, abusó de él entre 1997 y 1998. Su historia aparece en el documental Examen de Conciencia de Albert Solé (Netflix). El gesto de Hurtado encendió una mecha que ha estallado en la abadía. En un mes han aparecido 9 víctimas más que describen abusos cometidos por el mismo pederasta y el Monasterio ha creado una comisión para investigar los hechos. Hurtado, de entrada, decidió no hacer público este vídeo en el documental ni tampoco entregárselo a este diario. Sin embargo, ahora ha decidido difundirlo porque considera que el abad Soler «debe dimitir» por ocultar los abusos del padre Soler, de los que tenía constancia -tal como admite en la grabación- desde los años setenta.

La conversación / «¿Y entonces él qué reconocía que había hecho? ¿Reconocía que me había besado?», le pregunta Hurtado. «Sí, que había tenido un comportamiento excesivamente afectuoso contigo», responde Josep Maria Soler. Este es solo un breve fragmento de la conversación grabada con cámara oculta durante la que el actual abad de Montserrat reconoce que había tenido conocimiento, por «comentarios y rumores», de los abusos que cometía el monje Soler.

En el vídeo, al que ha tenido acceso este diario y que dura en su totalidad más de media hora, el abad Soler reconoce que, después de que Hurtado enviara una carta denunciando los abusos sufridos, habló con el hermano Andreu Soler y este, aunque negó algunos extremos, sí admitió que había rebasado ciertos límites. «Eso de un trato más afectuoso pues es una manera de decir...», insinúa el responsable del monasterio, quien para más inri acaba delatándose en otro momento de la conversación al desvelar que desde los años 70 tenía constancia del secreto del monje Andreu:

-Abad de Montserrat (AM): Alguien me había contado de alguna otra circunstancia. Una vez en Santa Cecília, pero era anterior a tu época.

-Miguel Hurtado (MH): En Santa Cecilia, ¿qué pasó? ¿qué dijeron que había pasado?

-AM: Me dijeron que igual podía haber... Había rumores de que había relaciones homosexuales. Pero eran rumores. Los años setenta y tantos...

«Todos lo sabían» / Santa Cecilia era una ermita a la que iban los jóvenes de la comunidad -muchos de ellos menores de edad- los fines de semana y el encargado de llevarlos era precisamente el hermano Soler, fundador del movimiento escolta de la abadía, los nois del servei. De aquella época, concretamente de 1971, es uno de los casos de pederastia cometidos por el fraile y destapados por este diario, el de J. R. Martínez, quien no dudó en explicar que «todos sabían que el hermano Andreu metía mano». Incluso explicó la estrategia del monje benedictino: les hablaba de la masturbación mientras les manoseaba para subrayarles que no debían caer en ella.

En el vídeo grabado con cámara oculta, el abad Soler se escuda de todo aquello recordando que entonces él era solo un monje y que denunció lo ocurrido al responsable de Montserrat en aquel momento, Cassià Just. «Él me dijo que investigaría, pero no sé más», afirma, y sostiene que posteriormente se fue a Roma y quedó desconectado.

La tensión es evidente en la conversación entre Hurtado y el abad en varios momentos. Uno de ellos es cuando el primero le recrimina al responsable religioso que la abadía le dedicara un libro al presunto pederasta Escoltisme i Montserrat en el 2007, cuando el abad ya sabía por Hurtado que Soler había abusado de él. «Yo voy a ver este libro donde se puede encontrar para retirarlo de la circulación», se compromete el abad. El libro fue publicado un año antes del fallecimiento del monje, en el 2008, y varios años después de que el abad pagara 7.000 euros a Hurtado (2003) para que este se sometiera a un tratamiento psicológico que sanara las secuelas sufridas por los abusos.

Durante la charla grabada, Hurtado le dice a Soler que, tras descubrir que el monje fue objeto del libro de homenaje, ya no quiere el dinero que le dio la abadía.

-A. M.: Pero la, la… Cuando lo hicimos [darle el dinero] fue para ayudarte. Y ayudamos a tu madre también.

-M. H.: Sí, si lo comprendo. Pero comprenda también usted señor abad que a mí ahora ese dinero me quema las manos. O sea, estoy aún en estado de shock. Que no sé exactamente que pensar. Y yo ahora en estos momentos. A mí en su momento el dinero me hizo sentir mejor. Porque yo pensé que era un reconocimiento del daño causado. Y un intento de reparación.

-A. M: Sí.

-M. H.: Pero yo ahora en estos momentos, a mí el dinero me hace sentir peor. Entonces, yo por eso, ahora en estos momentos.

-A. M.: Si pero ahora me haces sentir mal a mí. Porque yo lo que quería era la reparación del daño que se te hizo.

-M. H.: Mire señor abad haga usted una donación a una asociación de víctimas. Ahora desgraciadamente hay una crisis muy grande. Hay mucha gente con necesidades. Hay gente que lo necesita más que yo. Yo que quiere que le diga. Ahora este dinero a mí me hace sentir peor.