El conocido abogado penalista Francesc Jufresa dibujó ayer un panorama desolador del funcionamiento del juzgado de instrucción que dirigió Lluís Pascual Estevill en la década de los 90. "Estevill generaba un auténtico estado de terror", dijo el letrado en el transcurso de su declaración como testigo en la octava jornada de la vista oral.

Jufresa explicó que el exmagistrado usaba las órdenes de prisión "como armas inquisitoriales de investigación". A modo de colofón, el abogado sentenció que "todo el mundo" conocía la situación. "Todos deberíamos pedir perdón", llegó a afirmar.

Jufresa, al igual que el letrado Cristóbal Martell, socios en la época de los hechos, fueron citados a declarar como testigos porque fueron los letrados que redactaron la querella que dio lugar al caso Macosa aunque, poco después, dejaron de representar a los querellantes. El fiscal sostiene en su escrito de acusación que esta querella no tenía fundamento y que no era más que una argucia para iniciar el proceso de extorsión a los consejeros de la empresa Macosa por parte de Estevill y el abogado Joan Piqué Vidal, ambos en el banquillo.

Los dos abogados coincidieron ayer al declarar que cuando decidieron redactar la querella estaban "absolutamente" convencidos de que había base para ello.

También declaró Alfonso Escámez, expresidente del Banco Central, del que dependía Macosa, en la época de los hechos enjuiciados. Las acusaciones sostienen que en los presuntos sobornos por el caso Macosa , Estevill exigió 50 millones de pesetas por evitar la cárcel del presidente de la compañía, Eduardo Santos, y sacar de prisión al consejero Federico Albiñana y otros 50 por no imputar a Escámez, que negó haber pagado al exjuez y de tener conocimiento de que lo hiciese un amigo por él.