Al final no habló. Remedios Sánchez, acusada de asesinar a tres ancianas e intentarlo con otras seis, renunció a su torno de palabra durante la última sesión del juicio que esta semana se ha celebrado en la Audiencia de Barcelona. Ahora solo falta que los jueces de la sala séptima, presidida Anna Ingelmo, dicten sentencia. A la vista de lo sucedido estos días se puede avanzar que la condena será dura. Y es que hasta el letrado defensor de la acusada, Jordi Colomines, asumió durante su última locución que "las pruebas son las que son" y solicitó la absolución, pero porque ella se lo había pedido.

Colomines reconoció que no ha podido defenderla. La defensa no ha aportado ni una sola prueba ni informe que escudara a la principal sospechosa. De ahí la falta de estrategia del letrado que sí tuvo el gesto de exculpar a su antecesor de toda responsabilidad en el pobre papel de la defensa. Y responsabilizó exclusivamente a la mujer por los casi dos años que se ha mantenido en silencio.

De nuevo, Remedios Sánchez sorprendió a los presentes en la sala con su estilismo. Para el último día eligió unas medias leggins negras, de rejilla, con minifalda vaquera y la melena recogida en una cola muy alta. La mujer mantuvo su porte serio y, en algún momento, incluso desafiante. De hecho, miró a la cara a la fiscala cuando esta la acusó de ser una mujer "fría y calculadora" que "conocía, sabía y quería hacer lo que hizo". Tampoco parpadeó cuando la representante fiscal la acusó de actuar como "un depredador buscando a su pieza". En una carta, que dio a su letrado, critica con contundencia a todas las partes que han participado en su proceso.