El escándalo de los sacerdotes que abusaron de menores en la diócesis de Dublín durante tres décadas sin que sus superiores jerárquicos les delataran públicamente acaba de cobrarse las dimisiones de otros dos obispos irlandeses. Con ellos ya son cuatro los prelados que han renunciado, tras haber sido acusados de "estar más preocupados por salvar la reputación de la Iglesia", ocultando lo sucedido, que de "proteger a las víctimas de los abusos". Un informe judicial hecho público en noviembre citaba a cinco obispos como responsables de lo ocurrido. De ellos, solo el obispo de Galway, Martin Drennan, se aferra todavía al cargo.

El jueves, Eamonn Walsch y Raymond Field, los dos únicos obispos auxiliares de Dublín, trasladaron al arzobispo de la capital irlandesa su renuncia. "Nuestra esperanza es que nuestra acción pueda ayudar a llevar la paz y la reconciliación de Jesucristo a las víctimas y supervivientes de los abusos. De nuevo, les pedimos disculpas", indicaron en un comunicado.

Un día antes fue el prelado de la diócesis de Kildare y Leighlin, Jim Moriarty, el que se sintió en la obligación de dejar el cargo. "Aunque el informe no me critica de manera directa, acepto totalmente las conclusiones de la comisión investigadora", indicaba.

Unos días antes, el obispo de Limerick, Donald Murray, había abierto el camino de las dimisiones, aunque la suya fue forzada. Nueve meses antes, en marzo, Benedicto XVI destituyó a otro prelado involucrado en el escándalo, John Magee, antes de conocerse las conclusiones del demoledor informe judicial.