Querido amigo Ignacio: ya sé que no me vas a contestar, pero no puedo evitar la tentación de escribirte.

Desde la más tierna infancia mantuvimos una amistad rayana a la familiaridad.

Apenas alcanzabas desde el asiento hasta el volante del camión paterno y ya lo conducías. Por ello tu vida siempre estuvo vinculada al transporte (taxi, camión).

Cuando contaba cuarenta y nueve años falleció tu padre. Quedaron tu madre, la fiel sirvienta Petra y nueve hermanos y tuviste que hacer de padre. Fueron momentos difíciles pero trabajando honradamente los superasteis y después todos habéis vivido unidos como una piña y sin que nada os faltase.

Al jubilarse --para luchar contra el ocio-- hacías algunos trabajos de entretenimiento y también excursiones. El día 1 de junio habíamos proyectado un viaje a Portugal y posteriormente marcharías de vacaciones --bien merecidas-- a Canarias, pero la fatalidad quiso que nada se cumpliera, porque el día 30 de mayo fuiste a una de tus fincas y al regreso el tractor te traicionó y te segó la vida cuando todavía mirabas al futuro con ilusión.

No sé dónde te encontrarás pero desde aquí te digo que mientras mi corazón siga latiendo te recordaré como un amigo leal y un hombre bueno.

Francisco Oropesa