El acoso escolar se ceba especialmente en los más pequeños. Un estudio realizado entre 5.000 alumnos de entre 7 y 18 años en la Comunidad de Madrid, hecho público ayer, revela --en contra de la percepción general-- que mientras en segundo curso de Bachillerato lo sufren el 6%, en segundo de Primaria (7 años) la cifra asciende hasta el 43%. La investigación, extrapolable al resto de España según los autores, cifra en una media de un 24% (uno de cada cuatro) los alumnos que son víctimas de las vejaciones de sus compañeros con consecuencias traumáticas.

Iñaki Piñuel y Araceli Oñate, responsables del Instituto de Innovación Educativa de la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid) y autores del informe, explicaron que la visión que se tiene del fenómeno está influencia por el caso Jokin y los suicidios de adolescentes. "Pero la realidad es que la intensidad de esta violencia crece según se desciende en la edad y a los 7 años es hasta 7 veces mayor que a los 18 años", precisó Piñuel. "Cierto --advirtió el experto-- que a los 7 años no hay niños que se suiciden, pero eso no quiere decir que la tendencia autodestructiva y al autoodio no esté presente".

AGRESIONES MENORES Otra sorpresa del informe es que, en contra de lo que concluían investigaciones anteriores, la agresión física y los robos no son las modalidades de acoso ni más frecuentes ni las que más daño producen. Según los autores que a un niño le pongan un mote --el gafotas o la gordita--, lo insulten, se rían de él, lo aíslen y excluyan de los juegos tiene efectos mucho más perniciosos sobre su mente que una patada o un puñetazo.

Más de un 14% de los acosados señalan que frecuentemente le llaman por el mote y casi un 9% que se rien de ellos cuando se equivocan, les ignoran o les insultan. Sin embargo, sólo un 4,2% declara ser víctima frecuente de "collejas, puñetazos o patadas". En el caso de las niñas este tipo de agresiones no llega al 2%.

Los autores advierten de que ante las agresiones físicas suele intervenir algún profesor u otras personas, por lo que los niños se sienten más protegidos. Pero "los adultos tienden a trivializar las agresiones verbales y psicológicas y les dejan solos con argumentos equivocados como que es algo normal y que a ellos también les pasaba", lamentó Oñate.

LOS DAÑOS PSICOLOGICOS Estas agresiones son, según los autores de la investigación, las responsables de los altos porcentajes de estrés postraumático que han detectado en un 35% de las víctimas (9 de cada

100 alumnos). Además, más del 30% de los víctimas presenta un cuadro depresivo, sufre ansiedad, pesadillas y terror, el 25% padece introversión social, el 14% cuadros de somatización (vómitos, náuseas, dolor de estómago), el 36% disminución de la autoestima y un 15% de las víctimas presenta ideas autodestructivas y han llegado a pensar, incluso, en quitarse la vida.