El llamamiento del cardenal Camilo Ruini al pueblo de Roma para que ayer, con motivo del cierre de la primera fase de la beatificación de Juan Pablo II, acudiera a la basílica de Juan de Letrán, se saldó con más pena que gloria. La mitad de la veintena de televisores puestos dentro del templo para que la muchedumbre pudiera seguir la ceremonia no tuvieron televidentes o se contaban con los dedos de una mano. Peor suerte corrió la pantalla gigante colocada en el exterior de la catedral, a la que nadie atendía.

La nave central estaba repleta, unas 5.000 personas según los cálculos optimistas de la organización, 3.000 diría un observador imparcial, pero los laterales estaban vacíos. Tras una plegaria, se leyeron unas actas en latín, se estamparon firmas y se cerraron con lacre las cuatro cajas que contienen el trabajo de recopilación de curaciones inexplicables que, durante cerca de dos años, ha coordinado el sacerdote polaco Slawomir Oder.

Este cura descubrió para la opinión pública a Marie-Simone Pierre, la monja francesa que dice haberse curado de la enfermedad del párkinson, que la mantenía alejada de su trabajo como enfermera, después de que sus compañeras rezasen a Wojtyla para que intercediera por ella en el 2005. Pierre estaba ayer en San Juan de Letrán, junto al presidente de Polonia, Lech Kaczynski, y un nutrido grupo de cardenales, con Angelo Sodano, el que fuera primer ministro de Juan Pablo II.

Si el milagro de Pierre no prosperase, el Vaticano ya ha adelantado que se puede elegir entre una decena más. La víspera de la celebración del acto, la televisión italiana daba cuenta del caso de una polaca de 20 meses, que antes de nacer vivió un tiempo prolongado en el vientre de su madre sin líquido amniótico y no sufrió secuelas, algo que la familia atribuyó a sus contínuos rezos a Juan Pablo II. El ginecólogo que atendió a la pequeña aseguraba que los daños no remiten antes de los primeros cinco años de vida. "Es una especie de milagro, sí", comentaba.

Fieles al apoyo que le han brindado siempre al anterior líder de la Iglesia católica, los polacos volvieron a hacer acto de presencia en la catedral, aunque tampoco eran muchos. Un grupo llegado de Chicago exhibía fotos y una pancarta con una de las frases de Wojtyla que hicieron fortuna: "No tengáis miedo", a la que ellos habían añadido un "Recordad".