Manuel Blanco, Enrique Rodríguez y Julio Latorre esperan poner fin hoy a una pesadilla «surrealista» que comenzó en enero del 2016. Estos tres bomberos sevillanos miembros de la asociación Proem-Aid, que participaban de forma voluntaria en los peores días de la crisis de refugiados en Grecia, fueron arrestados cuando iban en la barca de una oenegé danesa tras intentar localizar sin éxito a una embarcación a la deriva.

Después de tres días en los calabozos, que abandonaron tras depositar una fianza de 15.000 euros, fueron acusados de tentativa de tráfico ilegal de personas. Hoy serán juzgados en un tribunal griego en Mytilene, donde se enfrentan a penas que alcanzan los 10 años de cárcel por cada persona introducida ilegalmente. Pero al ser acusados en grado de tentativa, porque durante su detención no iba ningún inmigrante con ellos, no saben realmente qué les espera.

El abogado se muestra esperanzado porque se trata de una causa «vaga e imprecisa» que carece de fundamento jurídico. «Ni siquiera llevábamos a bordo a nadie esa noche», dicen. Pero el hecho de que haya llegado a juicio les preocupa. «Nos piden cárcel porque dicen que supuestamente teníamos la intención de introducir personas irregularmente», señala Blanco, quien recuerda que, sin embargo, al día siguiente de su puesta en libertad los voluntarios de Proem-Aid siguieron trabajando y atendiendo las llamadas de los guardacostas griegos como si nada hubiera pasado.

Ningún detenido más

Es más, la organización no dejó la isla hasta 2017. En ese tiempo, nadie más ha sido acusado ni detenido por ese motivo en Lesbos. «Nos han llegado a decir que estábamos en el sitio equivocado en el momento equivocado», relata sin entrar en detalles, pero dejando claro que ellos siempre se movieron por la isla dando cuenta de sus actividades. «Soy funcionario, estoy acostumbrado a los protocolos, y cada vez que salíamos avisaba a las autoridades griegas y al consulado español».

La detención se produjo el 14 de enero. Era la primera misión para los voluntarios más jóvenes, Rodríguez y Latorre, y la tercera para Blanco. Habían juntado días libres y vacaciones para poder acudir a uno de los momentos más duros de la crisis de refugiados, sacrificando dinero y tiempo para la familia. Su zodiac estaba en reparación, por lo que cuando recibieron una llamada de la oegené Team Humanity, que no tenía en ese momento personal de rescate, no lo dudaron. «Cuando te dicen que necesitan ayuda, sales corriendo, según la ley del mar si sabes que hay un barco hundiéndose tienes la obligación legal de atenderles, pero también está la cuestión moral, no puedes quedarte en tierra mirando cómo mueren».

Al no localizar el barco, volvían a puerto cuando fueron interceptados por los guardacostas griegos, detenidos junto a dos voluntarios daneses y acusados de facilitar el tráfico ilegal de inmigrantes e incluso de posesión de armas, ya que portaban un cortacabos de punta roma reglamentario en los chalecos salvavidas, aunque este delito fue archivado. «Les acompañamos sin problema porque no teníamos nada que esconder», y se encontraron en un calabozo junto a presos comunes.

Movilizaciones

Proem-Aid se movilizó para sacarlos de la cárcel. Cuando dejaron el calabozo, descubrieron con sorpresa que el resto de asociaciones de voluntarios habían sufragado las costas, tasas judiciales e incluso ayudado a pagar el abogado. «Fue el efecto Lesbos», dice Blanco. Ese calor continúa, y muchos de los voluntarios que tenían que haberse vuelto estos días han decidido aplazar el regreso para acompañar a los tres bomberos en el juicio.

Junto a ellos estarán también diputados andaluces y el consulado. Ellos regresaron a España y no han vuelto a pisar Grecia, aunque han seguido participando en otras misiones de rescate siempre de forma anónima, como hasta ese momento. Repiten que volverían a hacerlo. «No hay miedo a volver, lo que ocurrió fue el azar de esa noche -dice Blanco-. Nosotros estamos condenados a salvar vidas, no sabemos hacer otra cosa, y no entendemos que estemos condenados justamente por salvar vidas».