Manuel Fernández Vaca (Cáceres, 6 de agosto de 1947) deja un poco más huérfana a la familia de EL PERIODICO EXTREMADURA con su fallecimiento el pasado sábado en Jerez de la Frontera. Manolo, o Pernales , como muchos cariñosamente le conocían, pasó casi medio siglo de su vida trabajando en distintas funciones dentro del diario decano de la prensa regional. La misa-funeral será hoy a las 10.00 horas en el Tanatorio San Pedro de Alcántara.

Fernández pertenecía a esos soldados del periódico (como a él le gustaba decir) que pasó indistintamente por administración, publicidad y redacción. Como periodista empleó casi cuatro décadas, sobre todo en deportes, sección que dirigió desde entrados los 80 hasta el 2000. Casi nada. Fue pieza clave durante mucho tiempo en la constante y obligada modernización del diario, mezclando el autodidactismo con la experiencia impagable de compartir máquina de escribir con leyendas locales como Germán Sellers, Dionisio Acedo, Enrique Baltar, José María Parra, Andrés Sierra, Martín Rojo y tantos otros.

Obstinado en la búsqueda de la noticia, entregado en la defensa de una cabecera que amaba tanto como a sus propios apellidos, su marcha se une a la reciente (y también prematura) de otro pilar del diario: el maquetista Enrique Higuero Manzano.

Desde el lejano día de 1963 en el que entró como botones en la sede del Extremadura --entonces en La Generala-- hasta a su prejubilación, hace escasos meses, M. F. (le encantaba firmar así a menudo) fue testigo de múltiples acontecimientos de la vida social y deportiva de Cáceres, a la que amaba obsesivamente.

Tenía especial predilección por sus dos barrios: en el que se crió, Pinilla, y en el que vivía, Moctezuma. Y ese amor lo reflejaba especialmente en el Cacereño. Con el equipo de fútbol viajó durante temporadas, transmitiendo sus crónicas en condiciones mucho más difíciles que las actuales. No dejó hasta el último día de escudriñar qué se cocía en el estadio Príncipe Felipe. También fue uno de los grandes impulsores del fútbol sala local, participando decisivamente confeccionando un amplio suplemento semanal.

"Hagan juego, señores". Así terminaba algunas de sus columnas. El cruel juego de la vida se lo ha llevado por delante cuando todavía tenía mucho que decir, muchas anécdotas que relatar y, claro, muchos latiguillos ingeniosos que compartir, de esos que aún repetimos en la sección de deportes. Descanse en paz.