Era de pocas palabras. Vivió y murió sin hacer ruido. Trabajador incansable. Amante de la vida. Nunca tiró la toalla, le venció el sueño y descansó para siempre.

Paco, su mujer, sus hijos, su compañero Xuxo y su gran familia Mostazo ¡Menuda fortaleza! ¡Ya no tengo miedo a la enfermedad ni a la muerte. Mi cuñado ha dado ejemplo de cómo vivir y morir cuando a su lado ronda la omnipresencia y el amor de Sole, la ternura y fortaleza de Virginia. El empuje y la chispa de Ruth, la serenidad de Rubén, el temple de David y la madurez de Isaac. Permanecieron desde el diagnóstico juntos hasta la última hora. Vivieron día a día, momento a momento. Ahora sabemos que Paco sigue presente, desde el cielo, seguirá junto a mi hermana Sole y todos sus hijos a los que adoraba. El día 9 de junio en la parroquia de Fátima volvimos a juntarnos todos los que quisimos y queremos a Paco. Un abrazo.

Antonio Floriano Corbacho