Los resultados de las pruebas de ADN que la Guardia Civil ha practicado sobre restos de piel hallados bajo una uña de Sonia Carabantes han dado un vuelco sorprendente a la investigación sobre el asesinato de la chica de Coín (Málaga), cuyo cadáver apareció el pasado 20 de agosto. El código genético de la piel analizada coincide con el de los restos de saliva de un cigarrillo que los agentes encontraron hace cuatro años en Marbella (Málaga) junto al cadáver de Rocío Wanninkhof, la joven de 19 años de Mijas que fue asesinada en octubre de 1999 y cuyo cuerpo apareció un mes más tarde. Es decir, una misma persona --no se sabe quién-- estuvo presente en ambos crímenes.

Las nuevas pruebas pueden dar un giro al caso Wanninkhof. Especialmente, en lo que se refiere a la única imputada, Dolores Vázquez, que está en libertad provisional y pendiente de un nuevo juicio después de que el Tribunal Supremo anulara la sentencia que la condenó a 15 años de prisión por el asesinato de la joven. La nueva vista está fijada para el 14 de octubre.

MUTISMO DE DOLORES VAZQUEZ

Tras conocer el resultado de los análisis genéticos, la madre de Rocío Wanninkhof, Alicia Hornos, subrayó que, a su juicio, "alguien no quiere que se aclare el caso". Mientras, Dolores Vázquez no quiso opinar. Según su abogado, Pedro Apalategui, se encuentra "desconcertada".

Las pruebas de ADN fueron remitidas desde el laboratorio del instituto armado, en Madrid, entre el jueves y el viernes de la semana pasada. Las conclusiones del examen han demostrado que no existen restos de agresión genital, con lo que se desbarata la principal hipótesis sobre el móvil del asesinato de Sonia Carabantes. La coincidencia del ADN de los restos de piel hallados en la joven de Coín, que presuntamente pertenecen a uno de sus agresores, y la colilla encontrada junto al cuerpo sin vida de Rocío Wanninkhof se ha convertido en una incógnita de difícil explicación. "No se puede precisar qué grado de implicación existe entre ambos casos", argumentó ayer un portavoz de la Subdelegación del Gobierno de Málaga.

Sin embargo, lo que está claro es que una misma persona está implicada en los dos asesinatos. Al menos, en un altísimo porcentaje de probabilidad. Las pruebas genéticas sólo pueden analizar parte de la secuencia del ADN y no su estructura completa. Es decir, existe una probabilidad muy pequeña de que dos individuos compartan fracciones de su patrón genético, según explicó Pilar Sanz, doctora en Biología del Instituto de Toxicología de Sevilla.

A raíz de los nuevos resultados, la Guardia Civil ha "abierto el campo" tanto en lo que se refiere a los sospechosos como a la forma en que se produjo el homicidio de Coín, indicaron fuentes cercanas a la investigación. Una vez descartado el móvil sexual, los agentes barajan ahora la posibilidad de que los agresores --los investigadores continúan pensando que hay más de una persona implicada-- cometieran el crimen de una forma "no intencionada".

La secuencia de los hechos sobre la que ahora trabajan los agentes se sustenta en que varios individuos increparon a la joven, de 17 años, a la que asestaron un fuerte golpe en la mandíbula. Los restos de piel bajo las uña de Sonia demuestran que se resistió a sus agresores. Estos la agarraron por el cuello para inmovilizarla y la presión fue tan fuerte que uno de ellos acabó por estrangularla.

En la sentencia que consideró culpable a Dolores Vázquez, el jurado popular también argumentó que la agresora pudo actuar "sola o en unión de persona o personas no identificadas".