Es una de esas realidades que conocen los adolescentes de Estados Unidos pero que ni siquiera imaginan muchos padres y que, en algunos casos, descubren cuando es demasiado tarde. El uso de pastillas y jarabes para la tos y el resfriado como si fueran drogas inductoras de estados alterados de conciencia --para "colocarse"-- se ha disparado y, según el Centro de Control de Envenenamientos de California, ese consumo es ahora 10 veces mayor que en 1999.

Unos 2,4 millones de adolescentes, uno de cada 10, se colocaron con esos medicamentos vendidos sin receta en el 2005. Es el mismo porcentaje de consumidores de cocaína en esa franja de edad y supera incluso el consumo de metanfetaminas (drogas de diseño).

La técnica de uso --ampliamente detallada en páginas de internet donde cualquiera puede calcular las dosis recomendadas dependiendo de su altura y del nivel de colocón que busque-- se conoce como robotripping. El nombre nace de un popular jarabe, el Robitussin, segundo medicamento más usado para estos viajes (el primero es el Coricidin, unas pastillas conocidas en la calle como triple C o skittles).

En 1973 se retiró del mercado un producto similar, llamado Romilar, al descubrirse que se utilizaba para esos fines, pero reapareció con fuerza a finales de los 90. En el último año el uso de estos medicamentos como drogas ha aumentado el 50%, impulsado sobre todo por jóvenes de 9 a 17 años. Los de 15 y 16 años son quienes más lo consumen, seguidos de los de 12.

"Existe la sensación de que no es dañino porque no es ilegal y da una falsa sensación de seguridad", dijo Masty Fetko, que vio morir a su hijo.