--¿La biología explica la ecuación entre sexo y poder?--Sí. La biología nos ha dado un aparato interno para imponernos en los conflictos de intereses, desde intentar entrar el primero en la cola del peaje a marcar un gol decisivo. Esas constituyen las relaciones de poder. Y la maquinaria al servicio del dominio social comparte elementos de circuitería y de neurohormonas con la que está al servicio de la conquista sexual. Aquello que permite salirte con la tuya en cuestiones laborales, económicas y familiares, también prima a la hora de atrapar nuevas conquistas.

--¿En qué consiste esa maquinaria?--El Barça, que se ha pasado los últimos años hablando de valores como la elegancia, el trabajo en equipo y la humildad, al final celebra su triunfo con las pelotas. Es la expresión popular de decenas de hormonas sexuales masculinas, como la testosterona, que se fabrican en los testículos pero que actúan en determinadas zonas del cerebro. Son las que te hacen correr más cuando se trata de atrapar a una pieza para comértela, o para ser el primero en una competición deportiva. Pues esas hormonas que nos vuelven ambiciosos, atrevidos y valientes son las mismas que hacen que vayas más caliente. La biología nos ha dotado con unos engranajes que son compartidos por la competición vital y la competición sexual.

--¿Así de simple?--Es mucho más complejo. Este sería el motor básico. Pero, aparte de esas hormonas, hay otros engranajes químicos que hacen que esto se dispare más o menos. Y todo depende del cóctel total delante de cada estímulo.

--Que seas un Berlusconi o un Strauss-Kahn, vaya.--Todo el mundo sabe que Berlusconi es aficionado a las gratificaciones sexuales, pero, que se sepa, nunca se le ha pescado arrinconando a alguien que no quisiera, como parece ser el caso de Strauss-Kahn. Podemos conjeturar que, así como el señor Berlusconi adquiere unos derechos comerciales, al señor Strauss-Kahn le gusta reducir a sus presas. La prensa francesa le describe como "insistente" y "obsesivo".

--¿En la política la maquinaria biológica está más engrasada que en otras esferas de poder?--La lucha por la cima política es de las más duras porque está sometida al escrutinio de los demás. Pero, cuando se conquista, se logra la veneración de los otros. Al ascender, los políticos se dan cuenta de que los otros les empiezan a ver propiedades de portadores de púrpura y, por tanto son sujetos de veneración. Eso hace que, de manera automática, haya candidatas potenciales a ser presas de conquista amorosa. Y lo aprovechan.

--¿Una regla general?--No. La gente de altos estratos del poder son seductores, en general. Y la mayoría se pasa de cuerda. Ahí están los Kennedy, Clinton, Berlusconi, los Strauss-Kahn. Pero no hay una regla general, porque hay casos de máximo poder y contención absoluta, como Francisco Franco, al que no se le conoció ningún asunto de faldas. Y eso que era el general más joven de la historia de España, el más laureado y el más temido por su crueldad. Otro ejemplo es el de Hitler, el hombre que más poder acumuló en todo el siglo XX. Estaba enclaustrado con Eva Braun, y probablemente ni siquiera tuvieron relaciones sexuales.