Miguel Carias es residente de primer año de Cardiología en el Hospital Espíritu Santo de Évora (Portugal). Estudió en la Facultad de Medicina de Badajoz entre 2012 y 2018, año en el que se graduó. Dice que la capital pacense fue la ciudad que realmente le vio crecer: «Llegué siendo un niñato y salí siendo médico», expresa con una sonrisa. «Para mí es la ciudad más importante de mi vida», recuerda con nostalgia. «Quiero volver, como cardiólogo o como turista».

Ahora, desde el país luso, ofrece su testimonio ante el cierre de fronteras y el avance de una crisis sanitaria que de momento no da tregua: «No estamos mínimamente preparados para el coronavirus pero creo que empezamos a recorrer un camino en el control y manejo adecuado de esta situación. En nuestro caso hubo un problema de material que se está resolviendo. El cierre de fronteras es esencial para romper las cadenas de contagio, ya que este virus tiene una alta tasa de transmisión, mucho mayor que la gripe, además de una letalidad superior».

¿Por qué es pandemia?

Carias recuerda que es una pandemia porque afecta a más de dos continentes. Por eso insiste en que el cierre de fronteras en este momento crítico es esencial. «No es lo mismo tener ingresados 100.000 enfermos en una semana que en seis meses. Es verdad que hay mucha gente que va a padecerla, pero es mejor manejar las cifras de enfermos aplicando las medidas preventivas».

Los vecinos portugueses siguen las pautas que se marcan desde la Organización Mundial de la Salud (OMS), el equipo de protección individual completo así como el control del acceso a las Urgencias. A ello se une el aislamiento social y la cuarentena, como acciones fundamentales. «Esto previene la afluencia en los hospitales. Pienso que Portugal está respondiendo bien en este sentido».

Describe que las calles están vacías, que sus abuelos se encuentran en aislamiento en Sintra con mediciones constantes de su temperatura, su familia ya tiene teletrabajo y los accesos al supermercado Continente se han reducido. «Estoy sorprendido porque la gente está respondiendo adecuadamente a las instrucciones del gobierno. Tienen miedo. Pienso que la situación es muy semejante a la de España. Y recomiendo que al mínimo síntoma se queden en casa y solo vayan a Urgencias en casos de problemas respiratorios o fiebre alta».

Esta es la parte positiva que destaca; la negativa, considera que no hay atención suficiente a las personas sin hogar.

La otra voz

El otro testimonio sobre la situación del país vecino viene por parte de Rafael Dinis, residente de primer año de Medicina Familiar en la ciudad lusa de Mafra, situada al noroeste de Lisboa. Este doctor también guarda un grato recuerdo de Badajoz, donde hizo su carrera: «Tuve una formación de excelencia y he hecho amistades para toda la vida. La gente es maravillosa. Mi etapa de estudiante fue muy provechosa, no solo en el aspecto profesional sino también en el personal. Me gusta la vida allí, su gastronomía».

Recuerdos que forman parte de una vida que ahora está en pausa. Cuando ve la situación que ahora tiene por delante, manifiesta: «Estamos preocupados pero tenemos que mantener la tranquilidad. Yo trabajo en Atención Primaria y formo parte de ese primer escalón sanitario. Los casos más complicados ya se ven en Lisboa, que es mi hospital de referencia. Y solo atendemos los casos urgentes».

«Evitar aglomeraciones»

Asegura que el cierre de fronteras era obvio, «porque lo que ha pasado en China y en Italia es tremendo. Hay que evitar aglomeraciones, guardar la cuarentena, porque ni la sanidad española ni la portuguesa están preparadas para afrontar un porcentaje tan elevado de infectados, no hay medios ni respiradores para todos».

Dinis señala que en Portugal solo acuden a Urgencias en casos estrictamente necesarios y las consultas las realizan por teléfono o por email.

Indica que en su país también existen medidas extraordinarias impuestas para frenar los contagios cuanto antes. Los supermercados no están sufriendo desabastecimiento, pero el plan de contingencia obliga a cerrar restaurantes y pueden multar a personas que paseen por la calle sin causa justificada. El facultativo insiste igualmente en la necesidad de quedarse en casa y extremar la higiene. Ya se dan problemas de conciliación, pero el gobierno prevé arbitrar ayudas.

Fue en 1985 cuando se firmó el tratado de Schengen, que entró en vigor diez años después y dejó sin utilidad a cientos de puestos fronterizos. Ahora, esas aduanas vuelven a ponerse en pie pero en forma de barrera sanitaria cerrando dos territorios hermanos que ahora deben vivir obligatoriamente separados.