Seis meses después del accidente que costó la vida a 11 personas y causó el peor vertido de la historia de EEUU, casi nadie habla del desastre del golfo de México provocado por BP.

La marea negra que afectó a Luisiana, Alabama y Florida ha desaparecido de la agenda de los políticos y las cámaras buscan otras noticias. Nadie habla de ello excepto las víctimas del derrame, que se sienten "abandonadas" por las autoridades.

Muchas siguen a la espera de las ayudas prometidas. De las más de 200.000 reclamaciones presentadas, solo se han atendido unas 73.000 con cargo al fondo de 20.000 millones de dólares (14.200 millones de euros) que la petrolera BP se vio obligada a crear para compensar a los afectados y ayudar en la recuperación de la economía del golfo.

De momento, se han repartido cerca de 1.500 millones de dólares (unos 1.000 millones de euros) entre empresarios y pescadores perjudicados.

Los afortunados que ya han recibido sus cheques siguen con sus vidas, pero otros como Alan Sunset, propietario de una pequeña flota de barcos mariscadores de Alabama, no esconden su frustración por un sistema de reparto de las ayudas que consideran "injusto". En muchos casos el dinero "llega tarde y con cuentagotas", lo que ha despertado envidia entre los damnificados.

Aunque el Gobierno levantó hace meses la veda a la pesca en el 90% de las aguas del golfo y los mariscos de la zona son aptos para el consumo, la Asociación de Cultivadores de Ostras de Luisiana se muestra "muy pesimista", ya que la inmensa mayoría de sus viveros están muertos. "No tenemos estimación de los daños ni de cuánto tiempo llevará arreglarlos, pero esta es nuestra vida y no tenemos otro sitio adonde ir", afirmó su presidente, Byron Encalade.

CONSECUENCIAS POLITICAS En la vertiente política del caso, la oposición republicana intentó comparar el derrame del golfo con el huracán que arrasó Nueva Orleans en el 2005. Hay quien incluso se atrevió a hablar del Katrina de Obama , pero los analistas coinciden en que el daño a su imagen será mínimo.

No obstante, el demócrata Mark Mellman reconoce que el presidente se vio obligado durante semanas a "luchar contra la marea negra, en vez de concentrarse en su agenda".

Donde nada será igual es en las zonas afectadas por el vertido, casi 800 millones de litros de crudo expulsados al mar. Pese a los llamamientos de las autoridades y los chapuzones de la familia Obama en el golfo de México para convencer a los estadounidenses de la limpieza de las aguas, el pasado fue uno de los peores veranos que recuerda el sector turístico, con caídas de ingresos de hasta el 30%.

Está por ver si las petroleras aprenden la lección y corrigen los errores que propiciaron este vertido sin precedentes. De momento, la Guardia Costera de EEUU investiga desde el sábado una gran mancha marrón que flota en la desembocadura del río Misisipí para tratar de determinar si es petróleo y si su origen está en la plataforma de BP, informa Reuters. Greenpeace no tiene dudas de que procede del vertido de BP, aunque otra hipótesis es que se trate de una floración de algas. "Nuestra gran preocupación es que vaya más allá y llegue a zonas sensibles", aseguró ayer el portavoz de la Guardia Costera, Jeff Hall.