La Administración Nacional de Aeronáutica y Espacio de Estados Unidos, la NASA, está "en un punto de transición en su historia". Su presupuesto, pese a ser similar en cantidad nominal a otros pasados, está "bajo estrés considerable, al servicio de misiones cada vez más caras y de una infraestructura enorme y avejentada". Más allá del objetivo a largo plazo de enviar humanos a Marte, "no hay una visión nacional fuerte y convincente para el programa de vuelos humanos al espacio". "Falta un foco estratégico necesario para operar en la realidad presupuestaria de hoy". Y la agencia enfrenta "importantes retos en prácticamente todos sus principales empeños: vuelos humanos al espacio, ciencias del espacio y de la tierra y aeronáutica".

El demoledor análisis aparecía hace solo medio año en un informe del Consejo Nacional de Investigación de EEUU, al que el Gobierno de Barack Obama había encargado estudiar la dirección estratégica de la NASA. Y lo que hizo el documento fue poner negro sobre blanco una retahíla de lamentos y malestar que desde hace dos años, especialmente desde que se suspendió el programa de transbordadores y se empezó a depender de Rusia para llegar a la Estación Espacial Internacional, se ha instalado entre expertos y observadores del espacio. Entre los preocupados y críticos hay desde científicos y astrónomos hasta analistas políticos en alerta por los peligros que representa para EEUU perder la posición de liderazgo en el espacio.

Cuando Obama presentó en abril del 2010 su política espacial marcó entre los objetivos de la NASA la intención de llegar a un asteoride en el 2025, una misión muy cuestionada que precederá al intento de poner humanos en la órbita de Marte dentro de tres décadas.

Los ejes sobre los que hoy gira la NASA, no obstante, son otros cuatro. Uno es el desarrollo del programa Sistema de Lanzamiento Espacial, cuya meta es crear un cohete con capacidad de transportar cápsulas con tripulación y grandes cantidades de carga. Otro es el desarrollo de la cápsula Orion, originariamente planteada para transportar tripulaciones a la Estación Espacial Internacional y la Luna y reconvertida en un proyecto de cápsula de escape de emergencia. El tercero es la creación en cooperación con el sector privado de un sistema de viajes comerciales que podrían usar los astronautas de la NASA y que se usaría para abastecer a la Estación. Y el cuarto es el trabajo en el telescopio James Webb, un costoso ingenio de 8.000 millones de dólares que debe ser el sucesor del Hubble.

Esa lista de prioridades levanta ampollas, especialmente en el campo de la ciencia planetaria, que denuncia que la Administración de Obama está abandonando uno de terrenos hasta ahora más fértiles de la exploración espacial, con emocionantes éxitos recientes como los logros en Marte.

"Es un proceso que empezó hace tiempo pero el verdadero cambio se ha producido con esta Administración", denuncia desde California Casey Dreier, experto de la Sociedad Planetaria, una de las voces más críticas en EEUU con Obama y con Charles Bolden, el administrador de la NASA.

En el nivel más bajo

Dreier denuncia también que, pese a los aumentos nominales en el presupuesto de la NASA (para la que Obama ha solicitado en el último presupuesto unos 13.500 millones de euros), no se actualiza con la inflación, con lo que en realidad la agencia espacial está en su nivel más bajo de financiación desde 1986. Y lamenta que, "como de costumbre, se le pide que haga muchas cosas y no se le da el presupuesto para que las haga".

A esos problemas, además, se ha sumado el llamado sequester, una aplicación automática de recortes de gasto público forzada por el bloqueo político entre republicanos y demócratas en el Congreso. Ese tijeretazo ya obligó a eliminar casi 700 millones de euros del último presupuesto de la NASA, dejándolo en algo menos de 13.000 millones. Pero, como subraya Dreier, hay programas que han sufrido más el impacto que otros. La exploración planetaria, quizá la más afectada, perdió el año pasado el 20% de su financiación.

"La NASA no puede ejecutar un programa espacial y de aeronaútica robusto y equilibrado dadas las actuales limitaciones presupuestarias", rezaba el documento de enero del Consejo Nacional de Investigación, que mencionaba también entre los problemas "el colapso de alianzas con la Agencia Espacial Europea".