THtoy hace exactamente dos años que dejé de fumar, lo hice muy convencida, la verdad, y nunca pensé que llegaría a lograrlo, pero lo conseguí, y eso que todavía no existía la ley donde se prohíbe fumar en casi todas partes para ayudar a muchas personas a romper con el vicio. Eso sí, una vez que el acoso y derribo del fumador se hizo una realidad, tuve que hacer verdaderos esfuerzos por no volver a cogerlo. Me indigna esa ley, lo siento, pero es así. Creo que con ella ha ganado la intransigencia y la intolerancia, y que lleva las cosas a tal extremo que me extraña que no haya habido más rebeliones que las partidistas que todos sabemos.

Y ahora resulta que también nos van a controlar si tomamos o no una copita de vino y dónde. Dice la ministra que, subiendo de determinados grados, puede considerarse una sustancia nociva, y que los jóvenes, cuando salen al botellón, lo que beben hasta el coma etílico es vino mezclado con una sustancia gaseosa, y por eso tiene que controlarlo, para que no abusen. ¿Y por qué no prohíbe la sustancia gaseosa?

No sé a dónde vamos a llegar. ¿Acabarán prohibiendo también la consola? ¿Y los móviles? ¿Y los ordenadores, donde los jóvenes se pasan horas abusando del famoso Messenger? ¿Y la carne de cerdo, tan peligrosa para los que abusan del colesterol y del jamoncito de pata negra? ¿Y el marisco, con su ácido úrico y sus precios abusivos? ¿Y el Sol que tanto daña la piel en el verano? ¿Y la sal? ¿Y todo aquello cuyo uso es un deleite o una necesidad, y el abuso puede perjudicarnos? ¿Hasta dónde vamos a llegar?