TAti can si hermoso player, es la luz de tus ojos... cantaba John Travolta en Grease , embutido en unos indescriptibles pantalones de cuero negro. Al menos eso entendíamos, como cuando repetíamos mil veces Hotel California porque no comprendíamos otra cosa por más que insistieran los Eagles . O el yinguel bel, o el yesterdei, cantado con mucho sentimiento para luego quedarnos en blanco. Pobres de nosotros, criados en el passé compossé y en el bonjour mes enfants. Nadie que nos interesara cantaba en francés; pero al fin llegaron los métodos audiovisuales y el inglés a los institutos, ya no recuerdo el orden. Así, hora tras hora, desentrañando el folio con la letra delante, aprendimos lo que decían muchas de las canciones que amábamos, y su pronunciación. Lo que nos costó abandonar los vicios, y eso que ya empezaban a reírse de los más torpes aquellos privilegiados con buen oído. Años después, los métodos han cambiado, los idiomas son obligatorios y casi imprescindibles para buscar determinados trabajos; pero, salvo honrosas excepciones, los españoles no cambiamos, nos puede aún el sentido del ridículo y preferimos hacer el bobo con los gestos antes que esforzarnos por pronunciar bien. Es curioso en un país turístico, pero observen a su alrededor: camareros que aún se desgañitan creyendo que los extranjeros son sordos, recepcionistas que se quedan en hello, y guías que parecen sacados de mis guateques. O escuchen la pronunciación en los telediarios, cómo las ciudades o los deportistas cambian su fonética según quiera el presentador de turno. O sea, ai can si hermoso player. For ever and ever para vergüenza nuestra.