Aída Nízar, la concursante-dinamita de la actual edición de Gran hermano, debuta esta semana en Interviú. Y con dedicatoria. "Brindo este topless a las mediocres que se han atrevido a llamarme gorda, a mí, que tengo esta clase y este cuerpo tan sensual", se jacta, encantada de la vida tras haber posado para el fotógrafo Javier García.

La primera desterrada de la quinta edición del concurso, la que convirtió en santurrones a sus predecesores más pérfidos y presumía de tener hilo directo con Dios, prefiere ahora interlocutores más mundanos: "Trabajar en Crónicas marcianas es lo mejor que me ha podido suceder. Es mi programa ideal, porque puedo decir lo que me da la gana sin guión", asegura.