Las secuelas de maltrato que sufre Alba, y que, con algún grado de variación mantendrá el resto de su vida, la privan de las principales funciones con que los seres humanos afrontan el porvenir: el uso del lenguaje aprendido, el conocimiento razonado, la masticación y deglución de alimentos y la posibilidad de caminar con autonomía. Así lo explicó ayer el doctor Jordi Roqueta, responsable de la unidad de cuidados intensivos (UCI) pediátrica del Hospital de Vall d´Hebron, de Barcelona, desde la que hoy será trasladada a la planta de Neuropediatría. Ese cambio supone una indudable mejoría frente al pronóstico de hace tres semanas.

Alba, de 5 años, ingresó en Vall d´Hebron el 4 de marzo con unas lesiones craneales gravísimas, presuntamente causadas por el novio de su madre. Por ese episodio están ambos en prisión. La niña llegó en situación de fallo neurológico, respiratorio y circulatorio.

Una intervención quirúrgica urgente y un apoyo intensivo incesante le han salvado la vida, con mermas extremas. Respira a través de una abertura en la base del cuello en la que se inserta una vía de aire --una traqueostomía-- que, a juicio de Roquetas, Alba deberá mantener "indefinidamente", porque los nervios de las cuerdas bucales se le paralizan, le cierran la glotis e impiden el paso del aire.

También es difícil que vuelva a masticar y tragar alimentos, añadió, por lo que es improbable que llegue a prescindir de la sonda nasogástrica por la que a diario se le inyecta al estómago una papilla de vitaminas, proteínas, enzimas, agua y minerales que garantizan su nutrición.

"Es muy probable que Alba no recupere el habla y el conocimiento --dijo el pediatra--. El lenguaje es una función muy noble, relacionada con la memoria, y su cerebro tiene áreas de neuronas que están muertas. Veo difícil que vuelva a elaborar frases, o que escriba". Tras cada una de estas afirmaciones, Jordi Roqueta, que reconoce sentir cariño por Alba, agregó: "La situación definitiva es difícil de precisar antes de seis meses: las secuelas serán esas, pero su intensidad puede ser leve, grave o muy grave". "El trabajo de las terapeutas en esta fase consistirá en estimular las neuronas que no están muertas, las áreas no irreversiblemente dañadas", dijo.

La niña no está en estado vegetativo y nadie sabe si experimenta sufrimiento, o si recuerda. Llora, a veces, pero las enfermeras, que la cuidan con notable delicadeza y rigor, no saben si el llanto es porque le duele algo, o por un pensamiento doloroso. No saben si piensa. Y lo mismo ocurre cuando Alba sonríe, o cuando, de pronto, abre los ojos. Ve. Han comprobado que contrae las pupilas ante un foco de luz. Pero no se sabe qué ve.