Después de descubrir en la última semana miles de huevos contaminados con dioxinas, sustancia cancerígena procedente de piensos irregulares, las autoridades sanitarias de Alemania alertaron ayer de que también se han hallado valores de dioxinas demasiado elevados en la carne de gallinas ponedoras. Todavía se está a la espera de los resultados de los análisis realizados a cerdos que igualmente fueron alimentados con pienso que contenía grasas industriales.

El Ministerio de Consumo confirmó ayer la noticia aparecida en la revista Focus de que en unos análisis practicados a gallinas en una de las más de 4.700 granjas cerradas temporalmente por la posible contaminación se han hallado concentraciones de dioxinas superiores al máximo permitido por las autoridades sanitarias. Se trata de tres animales de una granja de Renania del Norte-Westfalia en cuyo tejido adiposo se han encontrado tasas de hasta 4,99 picogramos de dioxinas por gramo, cuando el máximo tolerado es de 2 picogramos. En la misma granja ya se habían encontrado huevos contaminados. La carne de gallinas ponedoras solo suele comercializarse para sopas, aunque las tres contaminadas no llegaron a salir de la granja.

CERDOS CONTAMINADOS Alemania ya informó el pasado 6 de enero a las autoridades europeas en Bruselas del hallazgo de la carne afectada. En otras pruebas practicadas a gallinas, pollos y cerdos no se han encontrado, hasta el momento, valores demasiados altos de dioxinas. Aun así, el temor es que puede haber cerdos contaminados, por lo que solo en el land de Baja Sajonia se han cerrado 3.285 granjas porcinas con decenas de miles de cerdos confinados.

Mientras, arrecian las críticas y las sospechas sobre la actitud de la empresa Harles & Jentzsch, que distribuyó unas 3.000 toneladas de pienso con aceites industriales que podrían haber contaminado en total 150.000 toneladas de pienso para cerdos y pollos. Según una información de ayer en el diario Westfalenblatt, la empresa podría haber engañado a sus clientes --los distribuidores y los granjeros--, con la intención de ahorrarse impuestos. Una tonelada de grasa industrial cuesta unos 500 euros, mientras que las grasas vegetales para el pienso cuestan el doble. Petrotec, fabricante de biodiésel, vendió a finales de noviembre la grasa industrial --procedente de aceite de frituras pero ya no apta para el consumo de cualquier tipo--, debidamente etiquetada como tal a Harles & Jentzsch a través de una empresa intermediadora de Holanda. Esta compañía y Petrotec actuaron correctamente, según apuntan las primeras investigaciones, que se centran en Harles & Jentzsch.

El jefe de producción de esta empresa, Siegrief Sievert, solo ha reconocido que los gestores fueron "ingenuos" al usar "equivocadamente" el biodiésel procedente de aceites de soja, palma y colza para el pienso. El diario sensacionalista Bild puso la foto del hombre en portada con el titular: "Este tipo nos metió grasa venenosa en la comida".

EN MARZO Y JUNIO Y es que antes de que estallara el escándalo, la propia Harles &Jentsch ya había detectado restos de dioxinas demasiado elevados, aunque nunca informó de ello a las autoridades. En los análisis en su propio laboratorio, la compañía encontró en marzo 1,6 nanogramos de dioxinas por kilo y en junio, 1,4 nanogramos, cuando el valor máximo permitido es de 0,75. La contaminación actual es mucho más elevada y supera hasta 78 veces aquel máximo. Las autoridades alemanas insistieron ayer en que no existe un peligro directo para la salud de la gente por haber comido huevos o carne y creen que el 95% de las granjas cerradas no tienen animales afectados.