Es la cirugía más íntima. El último grito en el campo de la estética. Un negocio en alza. El British Medical Journal (BMJ), una de las más prestigiosas publicaciones médicas del mundo, denunciaba en un informe publicado ayer el auge de las llamadas vaginas de diseño. Un número creciente de británicas, más de 800 en el 2005, el doble que hace seis años, recurrieron a la sanidad pública para reducir el tamaño del orificio vaginal, recortar los labios menores o reducir la piel que recubre el clítoris. Otras optaron por clínicas privadas, escapando así a cualquier estadística fiable.

La influencia del porno y la presión por cuerpo perfecto están detrás de esta inquietante moda. "No es raro que, como si fueran a la peluquería, las mujeres aparezcan a menudo en las clínicas con fotos de cómo desean quedar. Las fotos son a menudo de anuncios o de pornografía, posiblemente alteradas digitalmente", afirman la ginecóloga londinense Sarah Creighton y el psicólogo Lih Mei Liao, autores del estudio. Muchas clientas que acuden a su consulta desean recuperar las dimensiones de su juventud, antes por ejemplo, de tener hijos. Otras están descontentas con la forma de sus labios menores, asimétricos o demasiado grandes, y quieren reducirlos. La vagina de diseño más solicitada es la de una vulva plana, sin protuberancias, similar a la de las preadolescentes occidentales.

7.500 EUROS En el Reino Unido, solo el Harley Medical Group dispone de 10 clínicas privadas en el país donde se practican estas operaciones, que cuestan unos 7.500 euros. Para justificar el bisturí o el láser, algunas pacientes aluden a la dificultad de llevar ropas ceñidas, montar en bici o participar en algunos juegos sexuales. Los doctores advierten de que cirugía en esta parte del cuerpo acarrea riesgos indeseados. "Una incisión en cualquier parte de los órganos genitales puede poner en peligro la sensibilidad. La cirugía debe ser el último recurso, no el primero", aseguran Creighton y Mei Liao.

El artículo del British Medical Journal da a entender que son las mujeres más vulnerables las que a menudo recurren a estas operaciones. Las vaginas de diseño serían un ejemplo de hasta dónde puede llegar la presión comercial para convertir en problema algo que no lo es.