Ante la imposibilidad de eliminar Madrid Central por la oposición de Bruselas y los tribunales, el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida (PP), con el apoyo de Ciudadanos, ha optado por descafeinarlo. Los comerciantes podrán entrar con vehículos sin etiqueta ambiental, los más sucios. También podrán hacerlo los que porten la C y viajen con más de un ocupante, mientras que al resto se les facilitará el aparcamiento con descuentos. Todo un paso atrás en la lucha contra la contaminación, tan solo cuatro días después de las manifestaciones contra el cambio climático en todo el mundo.

La medida más regresiva es la permisividad con los etiqueta C. Son los gasolina posteriores a 2006 y los diésel a partir del 2015. Solo en la capital representan el 31,32% de los turismos. Hasta ahora no podían cruzar Madrid Central. Solo podría entrar si estacionaban en uno de los aparcamientos de la zona. El objetivo era sobre todo evitar que utilizaran la Gran Vía como ruta de paso. Esto se habrá acabado cuando entre en vigor la nueva normativa, durante el primer semestre del año próximo.

DIFÍCIL CONTROL // Bastará con que en el vehículo viajen dos o más ocupantes para que esta flota pueda volver a entrar en el corazón de Madrid. El control se dificultará dadas las numerosas calles de acceso. El cumplimiento de las actuales restricciones está automatizado a través de cámaras conectadas a un sistema informático pero al no ser aplicable a la detección de pasajeros, esta «se hará mediante controles aletorios» de los agentes de movilidad y policías municipales. Almeida se ha mostrado, sin embargo, convencido de que «los madrileños cumplirán».

A los conductores que viajen solos se aplicará una rebaja en el precio de los aparcamientos, que será a mitad de precio para los híbridos y gratuitos durante una hora dos horas para los eléctricos.

Las motos con etiqueta C no deberán someterse a ningún control. Podrán entrar todas porque se considera que aunque no viaje con ningún pasajero el motorista ya ocupa el 50% del vehículo y por tanto es considerado de «alta ocupación». Es una medida para «facilitar la tarea de las empresas de reparto», según el alcalde.

El problema de los diésel etiqueta C es que la gran mayoría emiten muchos más óxidos de nitrógeno (NOx) que los permitidos por la normativa como se descubrió a raiz del diéselgate, el trucaje masivo de motores destinado a saltarse los límites ambientales. Sueltan hasta 12 y 15 veces más gases en muchos casos.

La entrada a la ciudad de coches sin etiqueta ambiental se irá prohibiendo de modo gradual entre 2021 y 2025, como ya estaba previsto en el Plan A vigente, aunque con pequeños adelantos en las fechas. Con este retoque y otras medidas como la creación de dos líneas de autobús gratuitas y cero emisiones para acceder al centro, el equipo de gobierno sostiene que reducirá aún más la contaminación que con los planes vigentes. En concreto, afirma que se recortará un 15% de óxidos de nitrógeno más que el plan de la alcaldesa Manuel Carmena, que preveía una bajada del 20%.

SIN ESTUDIO / El cálculo no está avalado por ningún estudio como sí lo estaba el del Plan A. Es fruto del trabajo de los «servicios técnicos municipales». Con él bajo el brazo, Almeida espera convencer a Bruselas para frenar el expediente sancionador que las autoridades comunitarias le han abierto a España.

No le será fácil persuadir a los hombres de verde. Es probable que no sea muy bien recibido tampoco su propósito de «suprimir los carriles bicis que entorpezcan» la circulación al resto de vehículos.

La tarea de descafeinar la medida de Carmena pasa también por suprimir el nombre. El área se llamará Distrito Centro. Y el conjunto de 200 medidas que incluye el supuesto plan anticontaminación lleva el título de Madrid 360, para dar una idea de que afectan a toda la ciudad. Como el Plan A, sin ir más lejos.