Julia Roberts, Robert Redford y Al Pacino la han rechazado por cutre, pero para Pedro Almodóvar, que tiene todos los premios que un cineasta puede recibir, no existe un reconocimiento más kitsch y deseable que poder ver su nombre en bronce sobre una de las losas del suelo de Hollywood. "Voy a comprarme una estrella en el paseo de la Fama. Esto la gente no lo sabe, pero las estrellas valen dos millones de pesetas", anunció el realizador (en la foto, en enero del 2003) en un programa de televisión.

El director de Hable con ella, fetichista pero pragmático, desmitificó así el galardón que otorga la Cámara de Comercio de Hollywood a cualquiera que trabaje en la industria del cine, la radio o la televisión dispuesto a gastar 11.840 euros (dos millones de pesetas). No es un cifra exagerada teniendo en cuenta la publicidad que supone la concesión de una estrella.

NUEVA PELICULA Así, la ceremonia de inauguración coincide con la promoción de un nuevo trabajo del galardonado. Britney Spears inauguró la suya en noviembre del 2003, cuando lanzó su último disco y Nicole Kidman destapó la suya la semana del estreno de Las horas.

El primer paso que debe dar todo el que aspire a una estrella es buscar a alguien --por ejemplo, un fan-- que proponga su nombre a la Cámara de Comercio. El formalismo impide que el candidato haga la gestión. La entidad, tras recibir unas 200 candidaturas al año, tiene un cupo de 20 estrellas anuales.

La primera celebridad cósmica fue la actriz Joanne Woodward, que recibió el galardón en 1960. Desde entonces, la Cámara de Comercio ha concedido más de 2.200 estrellas repartidas por las transitadas calles del centro de Hollywood.