Madrid La catedral de la Almudena se quedó pequeña ayer en la celebración de la misa católica en honor a las víctimas del MD-82. Antes del comienzo, el cardenal Antonio María Rouco Varela saludó personalmente a 138 familiares de los fallecidos. Casi la mitad de ellos llegaron a Madrid, procedentes de Canarias. De hecho, la presencia de pilotos, azafatas y otros empleados de la empresa propietaria del avión accidentado era muy visible ayer en el funeral, que fue presidido por el rey Juan Carlos y la reina Sofía, y por el presidente del Gobierno. La polémica desencadenada en un primer momento por la decisión de organizar un funeral católico cuando no todas las víctimas profesaban esta religión quedó atenuada con las palabras de ánimo del obispo anglicano de Madrid, Carlos López Lozano.