--¿Es una buscadora de preguntas?

--Sí, y quizá por eso me atreví a dar el salto del periodismo a la ficción. Ahí he encontrado más verdades.

--¿Qué verdades?

--En la vida hay muchísimos caminos, aparte de las grandes autopistas. Y muchos afluentes, aparte de los grande ríos.

--Si nos quedamos en el camino más pequeño, ¿nos conformamos?

--Conformarse es dar por bueno lo que no es bueno. Es el qué más da. Es dar por verdad una mentira. Yo no sabría vivir así. Mi vida es mucho más exigente. Disfruto viviendo a toda velocidad. Y hay muchas cosas que no entiendo.

--¿Qué es lo que no comprende?

-- Me resulta difícil encajar las desigualdades, las apariencias, esas ligeras mezquindades que están envueltas en muchas cosas. Que la gente buena no tenga mayor protagonismo, que no tenga poder, me fastidia. Pero, pese a todo, yo soy una gran optimista. A mí me gusta dar voz a aquellos a los que en la vida nunca se les pide la palabra. Las grandes palabras eran amor, libertad y ahora todo es trabajo. ¡El trabajo no puede marcar tanto nuestras vidas!

--¿Nuestro currículo nos identifica?

--Pero tenemos dos currículos, el de los logros, los éxitos, y luego existe otro currículo ausente, el currículo de los intentos que no salieron, de los esfuerzos. Y esos son los verdaderos tacones de la vida. El andamiaje para que cuando las cosas te van bien no te pongas tontito.

--¿Hay que dejar siempre un motivo para desgastar los zapatos?

--Sí. Cuando uno se tumba y no desgasta las suelas, mala cosa. Hay que buscar zapatos que lo permitan.

--¿Cómo le gustan los tacones?

--Cómodos, los taconazos que me permitan caminar. No me gustan los taconcitos que te obligan a hacer pasitos pequeñitos.

--¿Qué le otorgan los tacones a la mujer?

--Las mujeres no tenemos todos los días iguales. Quien es mujer lo entiende. Hay días que tenemos pasos de bota de guerrera y otros de zapatillita blandita. Y queremos que el mundo nos trate con dulzura. Otros nos comemos el mundo nosotras. Los tacones a las mujeres la empinan al mundo, le permiten decir aquello de: "Hoy no me pongo de puntillas, me apoyo en un tacón, a ver si se me ve asomar un poco en este mundo tan difícil", sobre todo para nosotras.

--¿Dónde se desgastan sus suelas?

--En todas partes. Necesito viajar como beber agua. Nací en la voz de un río entre Galicia y Portugal. Y de niña no entendía por qué si teníamos el mismo sol una cosa era España y la otra Portugal. Los zapatos los desgasto en cuantos más kilómetros mejor. Llevo Galicia en el corazón. Allí desgasté mis zapatos y eso te marca para siempre. Me siento muy nómada.

--¿Qué aprende escribiendo?

-- Que la vida es muy sencilla. Y que la complicamos nosotros. Y que esa gente sin grandes yates son los más felices.