Veinticinco años después del nacimiento de Louise Brown, la primera niña concebida en una probeta, 1,4 millones de niños alumbrados con técnicas de reproducción asistida se pasean por el mundo, entre ellos más de 100.000 españoles. La cifra crece a un ritmo imparable. Tres de cada 100 niños nacidos el año pasado en España, unos 12.000 en total, son hijos de la fecundación in vitro, de acuerdo con los cálculos del Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI).

"La sociedad ya ve los tratamientos contra la esterilidad como algo normal. Ya no es algo tabú, que se esconda, ni ciencia ficción", destaca Anna Veiga, jefa del área de fecundación in vitro del USP del Instituto Universitario Dexeus de Barcelona. En este centro nació, el 12 de julio de 1984, hace 19 años, la primera bebé probeta española, Victoria Anna, hoy estudiante de publicidad en la Universidad Autónoma de Barcelona. Desde entonces, cerca de 4.000 niños han sido ayudados a venir al mundo en este centro pionero.

ESTERILIDAD EN GENERAL

La fecundación in vitro fue, en sus albores, una solución para las mujeres con las trompas de falopio obstruidas. "Hoy, este campo apenas supone el 10% de la actividad", explica José Remohí, codirector del IVI y profesor de obstetricia y ginecología de la Universidad de Valencia. "En general, se ha extendido a buscar soluciones a toda persona con dificultades para conseguir una gestación de forma espontánea, a la solución de problemas de esterilidad", agrega.

Según los datos que maneja este centro, la capacidad de reproducción natural es baja, ya que cada vez se detectan mayores problemas en la calidad del semen. Sólo 25 de cada 100 parejas que intentan un embarazo lo consiguen al primer mes de forma natural (el porcentaje probablemente se acerca al 90% en ocho meses de relaciones sexuales). "Estamos consiguiendo tasas de embarazo por tratamiento del 50%. A finales de los 80 no llegábamos ni al 20%", recuerda.

Los centros de reproducción asistida han observado también, en estos años, una creciente demanda de tratamientos por parte de mujeres mayores. "Una cuarta parte de las pacientes tienen más de 40 años, lo que complica los embarazos y frena los éxitos. Es un problema", dice Veiga.

os embarazos múltiples son, según el codirector del IVI, otra dificultad. El año pasado, el 28% de los niños alumbrados con la ayuda de técnicas de fecundación in vitro fueron gemelos, y un 4%, trillizos. La media europea se situó en el 24% y el 2%, respectivamente. Con el fin de evitarlos, algunos expertos consideran que debería reformarse la legislación y limitar, como en los países nórdicos, la transferencia de embriones. La ley atiende esta petición y limita a tres los óvulos que se pueden implantar en cada tratamiento.

Junto a la eficacia creciente de las técnicas, también se ha afinado la seguridad del procedimiento. No obstante, algunos estudios señalan que los niños nacidos de la fecundación in vitro tienen más problemas de discapacidad y malformaciones.

Veiga y Remohí no están de acuerdo con esto. "Son igual de sanos que el resto. Sus tasas de anomalías son las mismas que las de la población en general, y en la mayoría de los casos se trata de trastornos hereditarios", coinciden.