TAtprovechando el sermón de la Semana Santa el Papa le ha echado una bronca al Gobierno de España por laico, por agnóstico y por no fomentar los valores de la tradición cristiana. Pero, si en el Vaticano se tomaran la molestia de no quedarse en la cáscara, se sorprenderían de hasta qué punto en España no solo somos cristianos de ley, sino que seguimos los preceptos de Nuestro Señor a pies juntillas. Es cierto que lo de no robarás nos lo saltamos a la torera, pero es que eso no lo dijo Jesús sino Moisés, que era un judío antitaurino que condenó a su pueblo por adorar a un becerro de oro. Así pues, y siguiendo con lo que iba, si de lo que se trata es de ajustarse a los mandatos de Cristo y, sobre todo, a ese de amarás a tu prójimo como a ti mismo , no habrá inconveniente, a poco que nos fijemos, en reconocer que es rara la ciudad, el pueblo, el barrio y la calle de España donde no se cumple a rajatabla. Cada español ama a su vecino mismamente como si de sí mismo se tratara. Justo por eso no nos soportamos. Porque aquí la gente se ama tan poco a sí misma que no tiene reparos en amarrarse de por vida a una hipoteca bancaria salvaje para pagar una casa donde los ruidos, el frío y el calor te echan a la calle. Nos queremos tan poco a nosotros mismos que seguimos votando a la gente que votamos a pesar del transporte público con el que nos premian, a pesar de los discursos vacíos que nos largan, a pesar de Endesa, de Telefónica, a pesar de la tele infame a la que nos condenan, al sistema educativo y al lastre religioso. En resumen, nos amamos a nosotros mismos ni más ni menos como amamos al prójimo, es decir, una mierda. Así pues, cuidadito: no seremos los más listos de Europa, pero que no nos discutan que somos los cristianos más aplicados.