Las diferencias entre grupos humanos son menos estables de lo que se creía. Características como la distinta resistencia a infecciones, la desigual capacidad de procesar alimentos o hasta el color de la piel no se deben exclusivamente a diferencias en el genoma, el código heredado de los padres biológicos y que tarda muchas generaciones en modificarse. En igual medida, esa diversidad se debe a unas moléculas adheridas al ADN, cuyo origen está en el ambiente en que viven las poblaciones y en su estilo de vida, y que pueden modificarse más rápidamente.

Esta es la principal conclusión de un estudio realizado con 300 individuos de tres grupos distintos (caucásicos de Estados Unidos, chinos de la etnia Han y africanos subsaharianos), publicado esta semana en la revista Genome Research y coordinado por Manel Esteller, director del Programa de Epigenética y Biología del Cáncer del Instituto de Investigaciones Biomédicas de Bellvitge (Idibell). Se trata del primer estudio de gran escala sobre las diferencias entre poblaciones en la distribución de esas moléculas, llamadas marcas epigenéticas. Estas marcas son una especie de etiquetas que se enganchan en puntos del ADN y vienen del ambiente en que vive una persona: por ejemplo, si fuma o no, come alimentos más o menos sanos o vive en una ciudad más o menos contaminada, tendrá marcas epigenéticas distintas. Así, dos gemelos, pese a compartir el mismo ADN, pueden tener recorridos vitales distintos, por ejemplo, uno enfermar y el otro no, debido a las diferencias en estas marcas. Las marcas hacen que los genes sean más o menos activos. "Personas con distinta susceptibilidad a la hepatitis B no tienen distintos genes, pero sí distintas marcas", explica Manel Esteller.

CAMBIOS RAPIDOSEl estudio detecta que las marcas epigenéticas se agrupan de manera distinta en distintas poblaciones. "Una tercera parte de las diferencias entre poblaciones se debe a las diferencias en las marcas, otra tercera parte a la diferencia en los genes, y el resto a una mezcla de las dos", explica el científico. La mayoría de las marcas son heredadas junto con el ADN de los padres. Sin embargo, pueden cambiar a lo largo de la vida mucho más fácilmente que lo que hace el ADN. "La parte quemada de la carne puede ser tóxica, y hay genes que reducen su toxicidad, pero las marcas epigenéticas dispuestas en estos genes en las poblaciones subsaharianas hacen que estas sean más susceptibles a los efectos tóxicos", dice Esteller. Por otro lado, los subsaharianos tienen más resistencia a la diarrea debida a la bacteria E.Coli (algo que queda registrado en su epigenoma) probablemente por mayor exposición a este microbio. Las marcas de los caucásicos, al contrario, los hacen más tolerantes a la diabetes, posiblemente por la presencia de más azúcares en su dieta. Los subsaharianos también tienen marcas distintas en los genes que producen melatonina y queratina, sustancias responsables del color de la piel. "No es que las marcas epigenéticas puedan convertir a un blanco en negro, pero sí pueden modular su tonalidad", explica Esteller. Finalmente, los científicos han detectado mucha más diversidad de marcas en las poblaciones subsaharianas que en las otras, lo mismo que ocurre con la diversidad del ADN: esto confirma que las poblaciones africanas son las más antiguas. Esteller cree que la epigenética explicaría en parte por qué la humanidad ha podido migrar y adaptarse a ambientes muy distintos, sin esperar a las muchas generaciones necesarias para que la evolución moldee el ADN.