Te fuiste en silencio: tú no te merecías esta muerte (solo, así no) pero así es la vida.

Esta vida que tú elegiste porque en eso nos diferenciamos de los animales, en que podemos decidir y elegir. Y tú lo hiciste mal o bien, pero era tu decisión.

Cuántas horas juntos, en compañía de José Luis, Carabaña, Joaquín, Miguel, tú y yo.

Cuántas confidencias contadas, cuántos ratos buenos y qué pronto se pasan. Ya no estás entre nosotros para contarlo.

Cuántas salidas por la zona de La Madrila, cuando aún no habías entrado en esta vida que, como digo, elegiste tú libremente.

Cuántos consejos te di, y te dieron las personas que te apreciaban, que eran muchas.

Cuántas veces te quise ayudar y no quisiste, me decías "déjame vivir la vida como yo quiero".

Cuántos ratos hemos pasado por Cánovas paseando, contándome tus andanzas. Yo te escuchaba como se escucha a un amigo, y tú lo eras.

Cuando me enteré eran algo más de las doce del mediodía. Se me vino el mundo encima. No levanté cabeza en todo el día. Venía de misa de San Juan, la hubiese aplicado por tu alma, aunque tú no eras muy misero . Pero ante todo eras mi amigo.

Donde quiera que te encuentres, aunque estoy seguro que estarás en un sitio privilegiado, intercede por tu familia y por todos los que te quisimos en vida.

Descansa en Paz amigo Santi.

Agustín de la Osa Acedo