Hoy recuerdo, más que nunca, mi etapa de torero, esas horas tan largas, agradables y calurosa que pasaba en la plaza de toros, mi plaza La era de los mártires . Nunca podía bajar la guardia en mis entrenamientos, para mí, había un fantasma que me vigilaba y estaba pendiente de mí, era una sensación rara, pero de protección, repito hoy más que nada recuerdo esos momentos, pues desde hace unos días ese mi fantasma, no estará sólo, pues en un rincón de mi plaza está un espíritu y el sentimiento de un protector de todos los torerillos que empiezan a torear, él, mi amigo, mi compañero, mi escudero, mi Mojaco, ya no estará ahí para ver, y escuchar y exponer sus ideas.

Se me ha ido más que un amigo, y egoístamente quiero decir que si algún día yo faltara, sé que allí tengo un amigo y a mi escudero que me esperará para recordar esos momentos vividos.

Antonio Sepúlveda, no te vayas y quédate en tu sitio, pues ese es tu sitio y tu plaza, allí te recordaremos en momentos duros y sobre todo en los de gloria de tus niños, los novilleros.

Ahora, después de escribir lo que me ha apetecido, por obra de mi sentimiento, me gustaría solicitar, a las personas que sean oportunas, una laca en la cual se le recuerde, a este señor, El Mojaco, y no sólo por dar lo que no tenía, sino por haber hecho un bien a la ciudad de Cáceres.

Emilio Rey

Cáceres