La asesina de Gabriel Cruz «expresó su intención de deshacerse del cuerpo del niño en un invernadero». Así se desprende del auto dictado por el magistrado Rafael Soriano, titular del Juzgado de Instrucción número 5 de Almería, al que ha tenido acceso EL PERIÓDICO. El escrito también recoge que la autora confesa del crimen cavó un hoyo en la finca de Rodalquilar antes de asfixiar al crío allí «con sus propias manos hasta causarle la muerte».

El juez califica de «incuestionable» la participación de Ana Julia Quezada en la muerte de Gabriel ante «las abrumadoras pruebas existentes», de las que infiere «una malvada voluntad» por parte de la asesina «dirigida especialmente a asegurar la comisión del crimen». Considera acreditado que la mujer «aprovechó un momento temporal en el que sabía que se iba a encontrar a solas con el niño y que la abuela paterna no lo iba a controlar, para mediante engaño o promesa de devolverlo prontamente a jugar con sus primos, trasladarlo hasta un lugar apartado y aislado» para ejecutar el crimen «tranquilamente».

El auto recalca la «malvada voluntad» de la asesina para desnudar parcialmente el cuerpo de Gabriel, «trasladándolo al jardín, donde previamente había hecho un hoyo con una pala, enterrándolo a continuación». En este sentido, las conclusiones del juez coinciden con el convencimiento de la Guardia Civil de que Ana Julia «preparó» el asesinato y solo improvisó en el momento del traslado del cadáver cuando la Guardia Civil aumentó la presión sobre ella.

Versión insostenible

Los indicios recabados por los investigadores contradicen la versión dada por Ana Julia, que aseguró ante los agentes y el juez que el 27 de febrero Gabriel la acompañó voluntariamente a la finca de Rodalquilar y que allí, ambos discutieron. Ella asegura que golpeó al niño «con la parte roma de un hacha» después de que él cogiera el arma y se aproximara a ella. Entonces, según la declaración de la mujer, se puso «nerviosa» y asfixió al crío, tapándole la nariz y la boca. Luego lo desnudó y tiró toda su ropa, salvo la camiseta interior, a un contenedor de Almería.

El juez subraya el esfuerzo de Ana Julia para crearse una coartada tras el asesinato y mantenerla en el tiempo: «Se mantuvo en el cortijo de Rodalquilar haciendo unas tareas de pintura que le sirvieran de coartada, para posteriormente trasladarse a Las Hortichuelas y, sin reconocer el crimen cometido, dar una falsa apariencia de preocupación por la desaparición y suerte del niño, engaño que mantuvo a lo largo de los días, aumentándolo hasta el punto de colocar ella misma una prensa del menor en el monte».

El magistrado señala el intento de Ana Julia de «despistar a los agentes que practicaban la búsqueda encontrando supuestamente ella la prenda del menor» y su capacidad para «aprovechando un momento en que se había quedado sola» trasladarse de nuevo al cortijo de Rodalquilar, dónde «desenterró el cuerpo del niño y lo introdujo en el maletero, vertiendo expresiones vejatorias que no hacen sino acrecentar la carga de las pruebas incriminatorias contra la detenida y que revelan, presuntamente, una falta de sentimientos y humanidad que ella misma ha calificado que, de ser ciertas sus palabras, serían de pura crueldad».

Por último, el juez recuerda en su auto que la resolución del caso se ha logrado gracias a una "ardua y laboriosa" investigación policial y judicial hasta dar con la carga probatoria suficiente..