Era albañil de profesión. Pero tuvo una vida de película: cometió atracos, se introdujo en el contrabando y puso contra las cuerdas al poderoso Citybank mediante la falsificación masiva de cheques de viaje. Discutió de estrategias con el Che Guevara y ayudó a Eldridge Cleaver, el líder de los Panteras Negras. El histórico anarquista navarro Lucio Urtubia ha fallecido a los 89 años en París, ciudad a la que tuvo que exiliarse en 1954. Siempre decía que el dinero que recaudaba lo repartía para apoyar causas justas. Era anarquista, sí. Pero muy responsable.

Metralleta, pistola, navaja

Los cineastas Aitor Arregi y José Mari Goenaga (Handia, La trinchera infinita) descubrieron a Urtubia de causalidad. Mientras realizaban un documental sobre el Sáhara, un miembro de las Brigadas Rojas les habló del anarquista navarro. Los directores vascos acudieron a él. El resultado final de su encuentro fue el apabullante documental Lucio (2007), que fue nominado a los premios Goya tras su estreno en el festival de San Sebastián. «Lo que más nos llamó la atención de Urtubia fue la fidelidad a sus ideales. Después de escuchar todo lo que le tocó vivir, la impresión que queda es que es un hombre honesto que, además, ha trabajado cada día de su vida. Acaba con el mito del anarquismo como falta de responsabilidad», explicaban los cineastas donostiarras cuando se estrenó la película.

Urtubia, que jamás se separó de su chapela y su bufanda roja, nació en Cascante en 1931, hizo el servicio militar en Logroño y pronto descubrió su habilidad para traficar con víveres. Fue descubierto y huyó a París en 1954, donde, según solía afirmar, «por un trozo de pan» compró cuatro pisos y un local en el barrio de La Comuna. Una vez en la capital francesa, entró en contacto con círculos anarquistas y abrazó la idea libertaria. Alojó en su casa al maquis Quico Sabaté, que antes de una detención le dejó en custodia su metralleta, su pistola y su navaja. Urtubia realizó atracos a mano armada, pero no era lo suyo. «Me orinaba en los pantalones», confesó en el documental. Luego se desquitó con las falsificaciones.

Uno de sus grandes golpes lo dio en la segunda mitad de la década de los 70, cuando logró estafar al First National Bank (actual Citibank) 20 millones de euros de la época, para invertir el dinero en causas en las que creía. Entre ellas, el antifascismo.

Pensar, imaginar, hacer

«No hay que esperar nada de nadie», repitió en varias ocasiones durante una visita que realizó a Barcelona en el 2015. Animó al público a «pensar, imaginar y hacer». ¿Qué?, le preguntaron. «Por ejemplo documentos para los que no tienen. Eso no es un crimen. Como tampoco eran un crimen las expropiaciones que hacíamos a los bancos. El crimen es dejarse coger». Aplausos en la sala.