Con tanta navegación y tanto libro, José María Aznar está teniendo unas vacaciones de lo más rutinario: de casa al barco y del barco a casa. El presidente es hombre de costumbres fijas. Podría estar en Menorca o en cualquier otro sitio, pues en las más de tres semanas que lleva en la isla apenas se le ha podido ver fuera de sus territorios: Son Camaró, en la tierra y el Menorquín, en el mar.

Los Aznar sólo se relacionan entre ellos y no es habitual verlos en los restaurantes de la isla. Comen a bordo del barco y cenan en casa. Mucho más barato, sin duda, ahora que hay que ahorrar para las mudanzas. El presidente, que llegó a la isla el pasado 1 de agosto, junto a su mujer, Ana Botella y su hijo menor, Alonso, se ha llevado este año de vacaciones a su madre, Elvira López. La semana pasada también contó con la compañía de sus dos hijos mayores, José María y Ana, esta última acompañada de su marido, Alejandro Agag.

El miércoles, sin embargo, la rutina veraniega quedó interrumpida. Aznar hizo una declaración institucional a raíz del atentado contra la sede de los representantes de la ONU en Bagdad, en el que murió el capitán Manuel Martín-Oar. Para reforzar el carácter oficial de su comparecencia, Aznar se desplazó a la delegación del Gobierno en Mahón, en uno de cuyos despachos se dispuso un set con bandera española y biblioteca para que el presidente lanzara su mensaje.

A pesar de las reiteradas peticiones de la oposición, el presidente no tiene previsto regresar a Madrid y dar por concluidas sus vacaciones hasta la próxima semana. Le quedan, además, dos citas: la primera, en un hotel de Menorca, en el que se reunirá con militantes y dirigentes del PP en una cena que se prevé multitudinaria y para la que, como en los grandes conciertos, ya no hay entradas disponibles.

NUEVO DESPACHO CON EL REY

Y el martes viajará a Mallorca para mantener un despacho con el Rey en Marivent, tras el que se celebrará una cena a la que irán la Reina y Ana Botella. Será su último encuentro en Marivent, ya que el año que viene, cuando llegue el verano, los Aznar ya no vivirán en la Moncloa.

Pero Aznar no se ha querido ir de Menorca sin volver a visitar a Joan Riudavets Moll, (en el centro de la foto, con Aznar), un menorquín de 113 años al que descubrió el verano pasado. El miércoles, el presidente siguió escuchando la receta de Riudavets para la longevidad: trabajo y honradez. A cambio de los consejos, Aznar le regaló al centenario menorquín dos corbatas, un monedero, dos llaveros y un reloj. Todo, con el anagrama de la Moncloa.