TTtengo un fuerte catarro post electoral. Perdido el buen olfato del que siempre me he sentido orgullosa, no alcanzo a detectar dónde nos llevará el proceso de IU. No huelo. Tengo obstruidos los conductos y el remedio que me aplico para despejar la congestión, preguntando a unos y otros y llamando aquí y allá, no produce ningún efecto. No soy la única que sufre este mal. Son muchos los que tienen también el olfato anulado. No sabemos qué ocurrirá. Es la primera vez que nos enfrentamos a una situación como esta y carecemos de referentes mentales. No guardamos memoria de ningún indicador que nos guíe por esta senda desconocida. Le parece a un amigo, tan obstruido como yo, que el misterio se resolverá en el último momento, en un instante glorioso, como en esos partidos cargados de emoción. Ha renunciado a seguir la estela que marcan señales que se descubren falsas, y se dispone a disfrutar del espectáculo. Acomodado con palomitas, pipas y otras chuches variadas, para ver el final de la gala. And the winner is... dirá Pedro Escobar . En sus escaños Vara y Monago esperarán el nombre ganador. El resto de los espectadores, en suspenso la mano que sujeta la gominola a medio camino hacía la boca, esperaremos el instante en que nuestros conductos olfativos se abran a la certidumbre. Aplausos. Unos se irán o permanecerán, otros llegarán o se quedarán donde estaban. Para bien o para mal, para gusto o disgusto porque como dijo el poeta, todo es según el color del cristal con que se mira. Ganas tengo ya de poder respirar libremente, de recuperar el olfato. Me tienen desconcertada. Los que están por encima en estas cosas del trabajo me preguntan qué pienso, qué detecto ¡Qué mal estoy quedando, pobre de mí! No sé nada. Tengo un catarro monumental. Quiero sentarme, ir cogiendo pipas y ver subir al estrado a Pedro Escobar.