Llega la Navidad y con ella se llenan las calles de las principales ciudades, tanto, que apenas se puede andar. Familias enteras se lanzan a hacer sus compras navideñas: juguetes, ropa, tecnología…Muchos objetos que, a veces, ni se necesitan, y, en este sentido, cada vez más, son las personas que deciden optar por hacer un regalo solidario a aquellos a los que les hacen falta cubrir las necesidades básicas.

Porque aunque la Navidad sea una época del año llamada a los buenos propósitos, las buenas acciones y los buenos deseos, es cierto también que, por otro lado, está la doble cara del consumismo exacerbado, incluso cuando se sabe que las rebajas comienzan cuando apenas terminamos de dar el bocado al último trozo del roscón de Reyes. Nos dejamos llevar por las luces, por el pensamiento de sorprender a nuestros seres queridos con las últimas novedades y por, de alguna manera, agradecerles que nos han acompañado durante un año más.

Y es que ninguna familia quiere que sus hijos e hijas se queden regalo, pero la realidad es que muchos niños, hijos de otras familias, algunos lejanos a nosotros, llevan sin regalo desde que nacieron, pensemos, incluso, que hay niños y niñas que ni siquiera tienen el certificado de nacimiento, por lo que no tienen siquiera una identidad reconocida y, ni mucho menos, acceso a los derechos humanos.

Lo sabemos, vivimos en una sociedad privilegiada. Tenemos la suerte de vivir bajo techo, poder asearnos y beber un agua limpia, comer hasta cinco veces al día, ropa con la que vestirnos y abrigarnos e, incluso, ir a la moda; tenemos acceso a sanidad cuando estamos malos, a educación, a la tecnología y a la información, y muchas veces nos preocupamos de nimiedades, cuando conseguimos verlo con algo de perspectiva, que no siempre somos capaces.

No se trata de dejar de lado nuestras preocupaciones y problemas del estado del bienestar, sino de poner también algo de nuestra mirada en lo que sucede a nuestro alrededor, en nuestro país y en países lejanos. No se trata de sentirnos culpables, claro que todos vamos a celebrar la Navidad como siempre hemos hecho. Iremos de compras, pondremos en la mesa los mejores productos para la cena y regalaremos sonrisas en forma de paquetes bajo el árbol.

Pero en esta época del año en la que somos más susceptibles de la felicidad o la infelicidad ajena, es importante que sepamos que, existen múltiples ONGS y organizaciones sociales, como Plan International, han puesto a nuestra disposición campañas de regalos solidarios, muchas de éstas a golpe de clic. Fondos que serán destinados a proyectos de cooperación al desarrollo, de saneamiento, energía, salud y educativos, entre otros muchos. Servicios que nosotros tenemos cubiertos pero que ellos deben seguir dando pasos de gigantes para conseguirlo, con nuestra ayuda el camino sería más corto.

¿Por qué no compartir este año nuestros regalos con ellos? Podríamos disminuir nuestro presupuesto o comprar sólo las cosas que necesitamos y regalarle algo a los niños y niñas que también tienen derecho a jugar, a sonreír, a ser libres, a vivir dignamente. Es sólo una idea, pero podría estar bien.