El peso corporal no siempre es un reflejo del estado de salud de una persona. Un nuevo estudio dirigido por investigadores de la Facultad de Medicina de Stanford y la Universidad de California-San Francisco argumenta que factores como el índice de masa corporal (IMC) pueden ocultar trastornos alimenticios. Se trata de la investigación más completa hasta la fecha sobre el tema. Los expertos explican que adolescentes y los adultos jóvenes con trastornos de la conducta alimentaria como la anorexia pueden tener pesos corporales adecuados según los estándares médicos y aún así presentar síntomas de la patología.

Tradicionalmente, se creía que los individuos tenían que estar por debajo del 85% de su peso corporal ideal para recibir un diagnóstico de anorexia nerviosa, trastorno caracterizado por una alimentación limitada, a veces un exceso de ejercicio físico, una imagen corporal distorsionada y un miedo intenso ante la idea de aumentar de peso. Pero, dado que esta definición no reflejaba muchos de los casos que pasaban por consulta, a partir del 2003 se reconoció formalmente una nueva categoría de trastorno alimenticio: la anorexia nerviosa atípica. Las personas con este desorden cumplen con los criterios citados anteriormente pero con la diferencia de que todos aquellos que la sufren se encuentran en su peso corporal ideal.

"Estos pacientes no son reconocidos ni son tratados médicamente", explica el autor principal del estudio, Neville Golden, profesor de pediatría en la Escuela de Medicina de Stanford. "Nuestro estudio demuestra que pueden estar igual de enfermos desde el punto de vista médico y psicológico como los pacientes con anorexia nerviosa con bajo peso", añade el experto.

SÍNTOMAS A TENER EN CUENTA

El estudio muestra que el mejor indicador de problemas médicos y psicológicos en pacientes con este trastorno es la pérdida rápida y a gran escala de peso. De ahí que, según remarcan los investigadores, no se debería usar el peso corporal del paciente como pronóstico de esta enfermedad en la conducta alimentaria. Los expertos sugieren anotar síntomas como la baja frecuencia cardíaca y de la presión arterial, así como la presencia de desequilibrios electrolíticos y problemas psicológicos como rasgos comunes en pacientes con este trastorno.

El estudio comparó 50 pacientes con anorexia nerviosa atípica con otros 66 que cumplían con los criterios de diagnóstico tradicionales. Los participantes tenían entre 12 y 14 años y el 91% eran mujeres. Antes de desarrollar un trastorno alimenticio, los pacientes con anorexia atípica tenían una relación peso/altura más alta que los pacientes típicos. Durante su enfermedad, los pacientes de ambos grupos perdieron la misma cantidad de peso, un promedio de 30 libras durante 15,9 meses. Los dos grupos tenían signos vitales igualmente pobres, incluyendo frecuencia cardíaca baja y electrolitos bajos. El cese de la menstruación, un efecto secundario de la enfermedad, fue igualmente común en los dos grupos. Algunos participantes en el estudio también tenían presión arterial muy baja, aunque esto era más común en los pacientes con anorexia típica. Los pacientes atípicos tenían peores síntomas psicológicos, en promedio.

EL DEBATE SOBRE EL PESO SALUDABLE

"Se necesita más investigación para identificar qué constituye un peso saludable para los adolescentes que se recuperan de la anorexia nerviosa atípica", comenta Golden, quien argumenta que podrían tenerse en cuenta una mezcla de medidas metabólicas, hormonales y psicológicas. El profesor de pediatría añade que "el contexto más amplio es que, en los últimos 30 años, la prevalencia de la obesidad adolescente se ha cuadruplicado, y se les dice a los adolescentes que pierdan peso sin darles las herramientas para hacerlo de forma saludable".

El experto explica que en muchas ocasiones los adolescentes obesos que adoptan comportamientos poco saludables, como la restricción severa de alimentos y el ejercicio extremo y que, a raíz de ello, suelen ser elogiados inicialmente por la pérdida de peso o se les libra de las preocupaciones relacionadas con los trastornos alimenticios porque no tienen bajo peso.