Cuando Robert Rodríguez se pone tras la cámara digital (y tras el guión, los efectos especiales, la dirección de fotografía, el montaje, el diseño de producción y la banda sonora), disfruta. Se le nota y se nota en sus películas. El polifacético cineasta tejano ha vuelto a demostrar lo mucho que se divierte en Once upon a time in Mexico (a punto de estrenarse en EE UU), tercera entrega de la saga que empezó con el fenómeno de El mariachi y en la que se reúne con uno de sus actores fetiche: Antonio Banderas.

"Iría al infierno y volvería por Robert si fuera necesario", dice Banderas, protagonista de seis películas de Rodríguez.

Rodríguez, que defiende que "la tecnología permite ser más creativo", se entusiasmó con las posibilidades que le daban las cámaras digitales que le enseñó su también amigo George Lucas y, con un nuevo universo digital para explorar, se puso manos a la obra.

El guión ni siquiera estaba acabado cuando Rodríguez habló con Banderas, con su también fiel colaboradora Salma Hayek y con el estudio. Pero el guión era, prácticamente, lo de menos. Columbia sabe que Rodríguez ha alcanzado un estatus de culto y que tiene casi garantizado el éxito en taquilla.

Rodríguez se puso manos al guión para elaborar una película "épica", "otra canción romántica trágica", que es como le gusta definir cada entrega de El mariachi . Y empezó a sumar nombres a un estelar reparto. Captó a Johnny Depp, que da vida a un agente de la CIA; y a Willem Dafoe para que interpretara a un señor de las drogas hispano.