Descubrió con 38 años en Vilanova i la Geltrú (Barcelona), donde vivió toda su vida, que su madre no era su madre. Una llamada le cambió la vida. Su amigo de la infancia, José Luis, le contó que su padre, antes de morir, le confesó que los dos fueron "comprados" por 200.000 pesetas en el hospital Miguel Servet de Zaragoza. Su vida dio un vuelco, descubrió que su partida de nacimiento era falsa y que su madre biológica era desconocida para él. "Desde que supe qué pasó me siento secuestrado, porque fui un niño robado", dice Antonio, promotor y presidente de la asociación Anadir, cuyo caso ejemplifica el de otros niños robados.

Desde que tuvo uso de razón sospechó que era un niño adoptado. "En el pueblo todos lo sabían, mis compañeros de clase me lo decían, pero mis padres nunca me explicaron nada", dice. Se tranquilizó y dejó de investigar cuando con 14 años pidió la partida de nacimiento y aparecía el nombre de sus padres. Hasta que 20 años más tarde recibió la confidencia de José Luis. "Sus padres le reconocieron que junto con mis padres nos habían comprado a un cura y una monja. La partida de nacimiento había sido falsificada. Todo el mundo estaba untado", denuncia. Barroso llegó a saber que sus padres pagaron la compra a plazos durante diez años. "Mi padre --explica-- falleció y mi madre tiene 80 años y no está en condiciones de contarme más. Si el fiscal abre diligencias se podrán comprobar los ingresos en el hospital en el tiempo en el que yo nací".

Padres víctimas

Su madre adoptiva sabe que está buscando a su verdadera madre "para contarle lo que pasó y darle un abrazo". Ha reconocido que compró un niño pero no sabía que lo habían robado. Antonio no guarda rencor a los padres con los que se ha criado. "Ellos --sostiene-- también son víctimas. Los médicos les decían en estos casos que el niño era hijo de un analfabeto y una prostituta, o que los padres habían muerto. Ellos no sabían que era un robo".