Mientras el mundo entero permanece expectante ante la incierta evolución de la epidemia del coronavirus originado en Wuhan, algunos aprovechan el caos para proponer falsos remedios y falsas explicaciones ante esta nueva crisis sanitaria. Los defensores de las mal llamadas terapias alternativas, unos enfoques supuestamente terapéuticos cuya eficacia no ha sido empíricamente demostrada, argumentan que «el brote es una farsa» y que, en todo caso, de ser cierto podría tratarse con antídotos no contemplados por la medicina científica. Josep Pàmies, payés leridano conocido por su defensa de las plantas medicinales y otros tratamientos seudocientíficos, incluso defiende el uso de clorito sódico, un compuesto tóxico y prohibido similar a la lejía, para «curar el coronavirus en pocos días». Todos los expertos consultados por este diario coinciden en señalar que este tipo de informaciones no solo son falsas sino que, además, constituyen un grave riesgo para una ciudadanía confundida y asustada por esta nueva epidemia.

«Este tipo de discursos creados para desinformar, infundir el miedo y desorientar a la ciudadanía son intolerables», afirma contundente Antoni Trilla, de la junta del Col·legi Oficial de Metges de Barcelona (COMB), en respuesta al reciente comunicado del horticultor sobre la epidemia. «Ante una crisis sanitaria como la que estamos viviendo, lo último que necesitamos es difundir informaciones falsas, tendenciosas y sin ningún tipo de respaldo científico. ¿Cómo puede ser que en España haya quien afirme tener un remedio para el nuevo coronavirus si ni siquiera ha tenido la oportunidad de probarlo? Lo único que sabemos con certeza es que los remedios, algunos naturales y otros tóxicos, que propone son, en el mejor de los casos, completamente inútiles», reflexiona el catedrático de la Universitat de Barcelona (UB).

FALSOS REMEDIOS / El discurso de Josep Pàmies, registrado en poco más de tres minutos de metraje, ha acumulado en pocos días unas 10.000 visitas. En este, el payés bautiza este nuevo coronavirus chino como un «virus del miedo» cuya cura se puede encontrar en asociaciones alternativas como Dulce Revolución, entidad dedicada a la promoción de plantas curativas y multada con 30.000 euros hace un año por la venta de falsos remedios contra la leucemia o el cáncer. En el reciente vídeo, Pàmies prosigue su alegato primero negando la gravedad de la epidemia y después planteando remedios alternativos para hacer frente a esta. Entre estos destaca dos preparados naturales, ambos comercializados por su entidad en forma de infusión y pastillas. «Los remedios naturales no pueden evitar la infección.», argumenta tajante Quim Segalés, investigador en el IRTA-CRESA, institución centrada ahora en diferentes investigaciones sobre esta cuestión. En esta misma línea, tampoco valdrían los «alimentos para prevenir o curar el coronavirus» difundidos estos días por círculos de defensores de las terapias alternativas.

En su defensa de las «curas naturales», Pàmies también sugiere el uso del controvertido clorito sódico; un compuesto derivado de la lejía prohibido por la Agencia Española de Medicamentos desde el año 2010. La defensa de la falsa capacidad curativa de este químico, que el año pasado le costó a Pàmies una multa de 600.000 euros, prosigue ahora bajo la advertencia de que se trata de «una sustancia que está prohibida para su uso médico pero no para su venta como desinfectante» que, en este caso, «soluciona en pocos días el coronavirus, el ébola en tres días y la malaria en horas». «Los derivados de la lejía son desinfectantes. Pero, ojo, útiles en las superficies. Ingerirlos en dosis elevadas es irritante y hacerlo en dosis diluidas es inefectivo», añade Segalés.

CONSPIRACIÓN / La gravedad del brote también es puesta en duda por Pàmies. «Esta es otra historia como la de la gripe A. O el ébola. Son falsas epidemias», exclama contundente en referencia a unos brotes que ocasionaron más de 18.000 y 28.000 muertes. Todos los expertos consultados en la elaboración de este reportaje coinciden en señalar que esta, igual que las otras citadas, son epidemias reales y que el estado de alarma lanzado por la OMS es pertinente para activar los mecanismos de prevención global.

Sobre este tipo de retóricas de la conspiración, Guillermo Quindós, catedrático de microbiología en la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), recuerda que «el gran peligro de estos mensajes es que a través de informaciones falsas difunden la desconfianza hacia las autoridades científicas y sanitarias para posicionar a teorías infundadas como la única solución. Y ese siempre es el verdadero riesgo».