Graddol estima que sólo en Europa prevalece la idea de que el inglés es básico y se soslaya el bilingüismo. Ello es más acusado en Italia, España, Grecia y Portugal, donde no hay grandes proporciones de habitantes que hablen inglés con fluidez y su aprendizaje es un gran negocio. El autor cita a Suecia, Dinamarca y Holanda como ejemplo de países que dicen dominarlo al 80%.