Las etapas que vamos atravesando a lo largo de nuestra vida no siempre son fáciles. Algunas de ellas, por los acontecimientos ocurridos, nos marcan especialmente y pueden dolernos durante un largo periodo de tiempo. Muchas de esas experiencias son incontrolables, aparecen en nuestra vida y no podemos hacer nada para evitarlo. El estado de confinamiento es una de las experiencias que van a marcar nuestra vida y de la que nos acordaremos durante el resto de nuestra vida. Son varios meses donde van ocurriendo fenómenos, muchos de ellos negativos, que acabarán moldeando lo que seremos en el futuro. Esto, aunque haya acontecimientos que no nos gusten, también deja en nosotros múltiples aprendizajes.

Todo aquello que vivimos nos va dejando un conocimiento muy útil, unas enseñanzas de cómo somos, de las herramientas que hemos adquirido o de cómo podemos gestionar mejor otras situaciones. Este aprendizaje queda dentro de nosotros, lo procesemos o no. Aunque no seamos conscientes de ello, siempre será útil, pero podremos sacarle un mayor partido si sí hemos visto todo lo que hemos aprendido. Para ello hay que llegar a ciertos estados de reflexión.

Siéntate

Las diferentes crisis vitales nos enseñan a valorar aspectos de nuestra vida, a cambiar el foco, a saber qué es lo importante o a conocernos a nosotros mismos. Ponemos a prueba nuestras herramientas y vamos adquiriendo todas aquellas que no teníamos pero que la crisis nos demanda. Esto aparece, por ejemplo, ante rupturas o divorcios, cuando hay un despido o cuando alguna persona se va de nuestra vida, pero también ocurre ante la crisis sanitaria que estamos atravesando. Lo que conocíamos se rompe, nuestros esquemas se desmoronan y tenemos que reconstruirlo de forma diferente. Ante algo así, es imposible que salgamos de la misma manera. Siempre hay un aprendizaje en todo ello.

Está claro que preferiríamos evitar lo negativo y aun así aprender, pero ya que no podemos controlar lo que nos ocurre y nuestro cerebro siempre se adapta, podemos de forma deliberada buscar esos aprendizajes. Un acto que nos acercará más a nosotros mismos y nos ayudará en el futuro. A través de las siguientes claves podremos hacerlo:

1. Fíjate en tu tiempo

El confinamiento nos ha hecho muy conscientes del tiempo que antes podíamos tener en comparación con el de ahora. Puedes observar si perdías mucho el tiempo en cosas que no te interesaban o si lo malgastabas en el sofá. ¿Cómo eres ahora respecto a tu tiempo?

2. Las relaciones

¿Qué tipo de relaciones quieres establecer? Tanto a nivel de amistad, como de pareja o con la familia, hemos puesto a prueba las relaciones. Hay personas con las que se ha intensificado el contacto y otras que han desaparecido. Es una buena criba y ahora tenemos la verdad de esos vínculos ante nosotros. Podemos decidir cómo queremos gestionar las relaciones a partir de ahora.

3. Autoconocimiento

El día a día nos impedía tener tiempo para reflexionar sobre nosotros mismos o conocernos. Realmente siempre teníamos una excusa para no mirar dentro. La crisis sanitaria nos ha obligado a escucharnos más, saber cuáles son nuestras necesidades o todas aquellas sombras a trabajar.

4. Lo que de verdad me importa

Si el confinamiento nos ha mostrado cómo son nuestras relaciones, también lo ha hecho sobre nuestras prioridades. ¿En qué trabajo estaba metido? ¿A qué le dedicaba mi atención? Nuestras prioridades no siempre eran auténticas. Ahora tenemos un foco más amplio y podemos discernir mejor.

Cualquier tapa de nuestra vida va a dejar algo positivo en nosotros, aunque a veces parezca que no compensa. La situación de confinamiento no es una excepción, todo lo contrario. Con el tiempo veremos que fue, para muchos, el punto de inicio a nuevas experiencias o una vida más acorde a sus verdaderos valores. Una etapa de conocimiento que podremos observar mejor en el futuro, aunque ahora tenemos ya pistas.

* Ángel Rull, psicólogo.