Es, sin duda, el aficionado más peculiar y eficiente que tiene el equipo de baloncesto del Plasencia-Galco. Un fan que saca las garras cada tiempo muerto, y que incansablemente baila, salta y corretea con tal de dar moral al equipo de su ciudad. Es un lince ibérico, Monfragüín, recién salido del Parque Nacional.

"En cuanto me propusieron ser la mascota del equipo, acepté sin dudarlo", asegura Domingo Durán, el hombre que hay bajo la piel de este felino. Con 52 años cumplidos y tres hijos de 11, 23 y 25 años, Monfragüín lleva sacando las garras por el Galco desde la temporada pasada, "y así voy a seguir el tiempo que haga falta", explica, porque lejos de sonrojarse, para él, defender al equipo "es lo más importante".

Y hasta entrena en casa. "Practico con música lo que después hago en los partidos", y vaya si se nota, porque el repertorio de Monfragüín es sencillamente espectacular. En especial cuando tras coger una larga carrera, se lanza en plancha sobre el parqué del pabellón, arrancando los aplausos del respetable. "También les gusta mucho cuando hago otros bailes, pero sobre todo la gente quiere que anime y les contagie mi entusiasmo".

Y es que nadie se libra de recibir los ánimos de la mascota del club. Ni siquiera los árbitros, a los que Monfragüín les desea también suerte antes de los partidos. "Siempre les deseo un buen partido, pero también les aviso de que si se portan mal, les saco las garras". El bromea. Y los árbitros ríen.

Su especialidad es levantar la moral de los jugadores. "Siempre les choco las manos cuando saltan a la pista para darles energía", y más aún en los momentos difíciles. Por eso, todos hablan bien de Monfragüín. Tanto, que ya casi se ha convertido en un jugador más, incluso llevando la camiseta verde del equipo sobre su cuerpo de lince.

La fama

Desde su debut, que fue anunciado a bombo y platillo a través de la megafonía del pabellón, la mascota se ha ganado el cariño y respeto de todo el público. Tanto, que muchas veces los aficionados corean su nombre tanto como el del propio Plasencia-Galco. "Me hacen muchas fotos y a mi me encanta", confiesa.

El lince comparte protagonismo con las animadoras, que ensayan las coreografías durante la semana para llevarlas a la práctica en los tiempos muertos. Monfragüín las imita con arte y voluntad. "Cuantos más seamos los que animemos a nuestro equipo, pues mucho mejor".

Solo se entristece cuando los aficionados silban a los jugadores y el equipo pierde. "No hay que cabrearse en la cancha nunca, hay que aplaudir siempre, pase lo que pase".

Por eso Monfragüín se ha convertido en el aficionado más conocido y querido del equipo. Se lo ha ganado a pulso.