El desierto de la Atacama, en el norte de Chile, el territorio con menos pluviometría de toda la Tierra, fue muy posiblemente un paraje arbolado salpicado de lagos y pantanos hace unos 15.000 años, cuando los primeros humanos colonizaban América del sur, según sostiene un estudio publicado por investigadores de la Universidad de California en Berkeley.

Los nuevos hallazgos sugieren que el desierto de Arizona, actualmente un territorio 100.000 kilómetros cuadrados con una casi total ausencia de vida, fue en aquel tiempo un importante punto de parada para los pobladores que avanzaban hacia el sur siguiendo la costa americana del Pacífico.

“Aunque el desierto de Atacama es hoy en día una barrera, no lo fue en la época en que los humanos colonizaban América”, considera Marco Pfeiffer, investigador de Berkeley, en un estudio que se ha presentado durante la reunión anual de la Unión Geofísica Americana.

La principal ciudad de la zona, Arica, tiene una pluviometría anual de solo 1,5 litros por metro cuadrado, pero incluso están documentados periodos de varios años sin una sola gota.

La principal hipótesis del poblamiento de América sostiene que pueblos del norte de Asia atravesaron el estrecho de Bering aprovechando épocas libres de hielo, posiblemente en varios momentos diferentes, y luego avanzaron hacia el sur siguiendo las costas. Las primeras grandes migraciones empezaron hace entre 20.000 y 18.000 años.

PASO HACIA MONTE VERDE

Aunque hay posibles huellas de un poblamiento anterior, incluso de hace 30.000 años, la evidencia indiscutible más antigua de la presencia humana en América del sur procede del yacimiento chileno de Monte Verde, al sur de Atacama, que fue ocupado en el periodo comprendido entre hace 18.500 y 14.800 años. Desafortunadamente, la evidencia arqueológica de estas migraciones costeras es muy escasa. Los especialistas creen que la mayoría de los pobladores atravesaron territorios que actualmente se encuentran sumergidos bajo el mar.

El desierto de Atacama en sentido amplio -incluyendo el sur de Perú-, que tiene una longitud de casi 1.600 km y un ancho máximo de 180, es un territorio agrietado por la aridez en el que solo sobreviven algunos cactus y otras plantas xerófilas.

La zona es un territorio muy poco analizado arqueológicamente porque desde siempre se ha considerado demasiado árida como para haber sido poblada en épocas relativamente recientes. Sin embargo, un estudio de hace una década ya sugirió que entre hace 7.000 y 9.000 años las lluvias en algunas regiones de Atacama podían haber sido hasta seis veces mayor que en la actualidad. Con posterioridad, en el 2013, los investigadores de Berkeley publicaron un estudio en la revista Quaternary Science Reviews que revelaba evidencias de ocupación humana de hace 13.000 años en el corazón del desierto.

CORRIENTE DE AGUA

"Forzosamente tuvo que haber una corriente cercana que suministrara agua a este asentamiento humano", dice Pfeiffer. Los investigadores buscaron entonces pruebas de agua en el desierto y pronto las encontraron: enterradas bajo una gruesa corteza de sal, descubrieron evidencias de plantas y animales antiguos, como gasterópodos y fitolitos (estructuras minerales diminutas que son herencia de tejidos vegetales), que se hallan en lagos de agua dulce. Utilizando técnicas de isótopos de carbono, revelaron que las regiones estaban en contacto con el agua en algún momento hace entre 17.000 y 9.000 años.

Los nuevos datos sugieren que el desierto Atacama estaba cubierto por humedales y pantanos salpicados de gramíneas que permitían la alimentación de camélidos como la vicuña y el guanaco, así como otros mamíferos ahora extintos, dice Pfeiffer. Estos, a su vez, habrían proporcionado sustento a una temprana población de cazadores-recolectores. También se han encontrado algunos indicios de temprana ocupación humana, pero los sitios aún no se han excavado, concluye el investigador.