Eran las cuatro y diez de la madrugada de ayer y la radio anunciaba inminentes nevadas en la costa de Buenos Aires cuando el Senado argentino, después de 14 horas de discursos acalorados, a veces apocalípticos, aprobó la histórica ley que autoriza el matrimonio entre personas del mismo sexo. Es el primer estado latinomericano que legaliza las uniones homosexuales. La norma, que autoriza también a las parejas gays a adoptar, ha reflejado una honda división en la sociedad argentina.

La reforma del Código Civil se impuso por 33 votos contra 27. El debate fue seguido hasta la madrugada en los alrededores del Parlamento. Frente a la plaza se ubicaron los simpatizantes del sí. Acompañaron la gélida vigilia con música y bailes, e inflaron un pene gigante con el lema maradoniano "chúpala".

En las esquinas del Parlamento, pequeños grupos partidarios del no se santiguaron en el momento culminante de la votación. "Bendita eres de gracia-", imploraron.

El matrimonio homosexual elevó el enfrentamiento entre el Gobierno y el episcopado. "El hecho de que se hablase de guerra de Dios mostraba una radicalización que no resultaba positiva de ninguna manera", dijo la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, desde China.

El jefe del Gabinete, Aníbal Fernández, habló en nombre de la jefa del Estado y resaltó que la ley no es un triunfo del kirchnerismo sino la convergencia de fuerzas heterogéneas. De hecho, cuando el proyecto fue aprobado en la Cámara de Diputados, de los 126 votos necesarios solo 46 pertenecieron al oficialismo. "Me decían ´Dios te va a castigar´, pero ni en la Biblia he encontrado un enojo de Cristo con los gays. Voto a favor y soy fanático de la Virgen", dijo ayer el senador Luis Juez, del Frente Cívico, quien suele calificar a los Kirchner de "mafiosos".

"Existen diferencias entre un macho y una hembra. Lo digo así. Esto no es discriminar, no se puede igualar lo que no es igual", le replicó la senadora Josefina Meabe, en uno de los momentos más caldeados de la discusión. "Entre enviar un niño huérfano a un hospicio o dárselo a un matrimonio homosexual no hay dudas que hay que dárselo a la pareja", señaló por su parte Eduardo Torres, del Partido Renovador.

La ley supone un duro golpe para la Iglesia católica. "Con esta ley, no importa si uno nace hombre o mujer. A partir de ahora vamos a enseñar que uno puede elegir la orientación sexual que quiera. Ese es otro mundo", lamentó ayer el presidente de la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas, Rubén Proietti.